Inicia con las vísperas del domingo más
cercano al 30 de Noviembre y termina antes de las vísperas de la Navidad. Los
domingos de este tiempo se llaman 1°, 2°, 3° y 4° de Adviento. Los días del 16
al 24 de diciembre (la Novena de Navidad) tienden a preparar más
específicamente las fiestas de la Navidad.
El tiempo de Adviento tiene una duración
de cuatro semanas. Este año 2020, comienza el domingo 29 de noviembre, y se
prolonga hasta el 20 de diciembre. Podemos distinguir dos periodos. En el
primero de ellos, aparece con mayor relieve el aspecto escatológico y se nos
orienta hacia la espera de la venida gloriosa de Cristo. Las lecturas de la
misa invitan a vivir la esperanza en la venida del Señor en todos sus aspectos:
su venida al final de los tiempos, su venida ahora, cada día, y su venida hace
dos mil años.
En el segundo periodo se orienta más
directamente a la preparación de la Navidad. Su nos invita a vivir con más
alegría, porque estamos cerca del cumplimiento de lo que Dios había prometido.
Los evangelios de estos días nos preparan ya directamente para el nacimiento de
Jesús.
En orden a hacer sensible esta doble
preparación de espera, la liturgia suprime durante el Adviento una serie de
elementos festivos. De esta forma, en la misa ya no rezamos el Gloria, se
reduce la música con instrumentos, los adornos festivos, las vestiduras son de
color morado, el decorado de la Iglesia es más sobrio, etc. Todo esto es una
manera de expresar tangiblemente que, mientras dura nuestro peregrinar, nos
falta algo para que nuestro gozo sea completo. Y es que quien espera es porque
le falta algo. Cuando el Señor se haga presente en medio de su pueblo, habrá
llegado la Iglesia a su fiesta completa, significada por solemnidad de la
fiesta de la Navidad.
Tenemos cuatro semanas en las que
Domingo a Domingo nos vamos preparando para la venida del Señor. La primera de
las semanas de adviento está centrada en la venida del Señor al final de los
tiempos. La liturgia nos invita a estar en vela, manteniendo una especial
actitud de conversión. La segunda semana nos invita, por medio del Bautista a
«preparar los caminos del Señor»; esto es, a mantener una actitud de permanente
conversión. Jesús sigue llamándonos, pues la conversión es un camino que se
recorre durante toda la vida. La tercera semana preanuncia ya la alegría
mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de la venida del Señor.
Finalmente, la cuarta semana ya nos habla del advenimiento del Hijo de Dios al
mundo. María es figura, central, y su espera es modelo estímulo de nuestra
espera.
En cuanto a las lecturas de las misas
dominicales, las primeras lecturas son tomadas de Isaías y de los demás
profetas que anuncian la Reconciliación de Dios y, la venida del Mesías. En los
tres primeros domingos se recogen las grandes esperanzas de Israel y en el
cuarto, las promesas más directas del nacimiento de Dios. Los salmos
responsoriales cantan la salvación de Dios que viene; son plegarias pidiendo su
venida y su gracia. Las segundas lecturas son textos de San Pablo o las demás
cartas apostólicas, que exhortan a vivir en espera de la venida del Señor.
El color de los ornamentos del altar y
la vestidura del sacerdote es el morado, igual que en Cuaresma, que simboliza
austeridad y penitencia.