Los titulares de esta emblemática cofradía, fundada en 1983, desafiaron al tiempo e impregnaron de luz la tarde un Miércoles Santo plomizo, amenazante de lluvia
La Flagelación de Nuestro Padre Jesús de la Bondad y María Santísima del Consuelo desafió al tiempo e impregnó de luz la tarde de un Miércoles Santo plomizo, amenazante de lluvia. Tras unos minutos de incertidumbre, con la vista puesta en el cielo, los titulares de esta emblemática cofradía asomaron por el portón del guardapasos. La procesión dio comienzo a las 19.25 horas, casi media hora más tarde de lo previsto, el tiempo suficiente para que las nubes se dispersaran. Fueron recibidos con aplausos emocionados por la multitud de fieles que se congregó en la calle Quevedo, después de que las inclemencias meteorológicas frustraran la estación de penitencia de 2024.
Tras la cruz de guía, comenzó la salida de los hermanos, ataviados con su reconocible túnica blanca y fajín granate. En el interior del guardapasos, a la orden del capataz José Luis Serrano, primera levantá e interpretación de la Marcha Real por la Banda de Cornetas y Tambores Nuestro Padre Jesús Rescatado de La Solana, que acompañó al misterio del Cristo de la Bondad, que estrenó el dorado de las cartelas del respiradero delantero. Además, la imagen del sanedrita lució por primera vez capa hebraica, camafeo y vara con la estrella de David. Los 48 costaleros del Señor recorrieron los primeros metros al son de 'Consuelo' y 'Eternidad'.
A continuación, salió María Santísima del Consuelo, recibida a las puertas del guardapasos por unas gotas de lluvias, insignificantes. La Virgen estrenó este Miércoles Santo tocado de encaje, donación de hermanos, con tejido de Jacquard bordado con fino hilo de oro, y una toca de sobremanto bordada en oro en talleres de Pakistán. Además, el paso de palio incorporó dos faroles en metal plateado, con un ángel corpóreo de bulto redondo, y en el varal izquierdo destacaba la presencia de un lazo en homenaje a las Hermandas de la Cruz, que este año celebran el 150 aniversario de su fundación. Sin embargo, la principal novedad fue la colocación en la peana de un relicario con las reliquias de los mártires y beatos Narciso de Estenaga y Echevarría, obispo-prior de Ciudad Real, y su fiel capellán Julio Melgar Salgado. Custodiadas en el altar mayor de la Catedral, procesionaron por primera vez por las calles de Ciudad Real.
El paso de palio, decorado con rosas blancas y fucsias, alelíes y flores de algodón, contó con el acompañamiento musical de la Banda Sinfónica de Miguelturra, que tras la 'Marcha real', interpretó la centenaria “La estrella sublime” y “Madrugá Macarena”.
Como manda la tradición, los pasos no realizaron ningún saludo de los previstos, salvo el de San Pedro por ambos pasos y el misterio que se volvió en el Camarín de la Virgen del Prado, debido a las circunstancias meteorológicas adversas. Hubo momentos marcados por la belleza, el simbolismo y la emotividad, como la “petalá” de rosas que preparó el grupo joven de la hermandad desde una de las ventanas del convento de María Inmaculada en el Pasaje de la Merced.