En la solemnidad de la Inmaculada
Concepción del pasado año, el papa Francisco
inauguraba en San Pedro del Vaticano el Jubileo Extraordinario de la
Misericordia abriendo la Puerta de la Misericordia para que «a través de la
cual cualquiera que entre pueda experimentar el amor de Dios que consuela, que
perdona y ofrece esperanza».
En la Bula de Convocatoria de este Año
Jubilar, él mismo expresaba el motivo de la elección de esta fecha, decía:
«Esta fiesta litúrgica indica el modo de obrar de Dios desde los albores de
nuestra historia. Después del pecado de Adán y Eva, Dios no quiso dejar la
humanidad en soledad y a merced del mal. Por esto pensó y quiso a María santa e
inmaculada en el amor para que fuese la Madre del Redentor del hombre».
Así, la Virgen María, proseguía el Papa,
«Elegida para ser la Madre del Hijo de Dios estuvo preparada desde siempre por
el amor del Padre para ser Arca de la Alianza entre Dios y los hombres.
Custodió en su corazón la divina misericordia en perfecta sintonía con su Hijo
Jesús» y se convirtió en la testigo por excelencia de «que la misericordia del
Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a todos sin excluir a ninguno».
Cuando nos encontramos ya en las
vísperas de la fiesta litúrgica de la
glorificación de María en su Asunción en cuerpo y alma al Cielo, la Caravana
Blanca de este año jubilar quiere acercar ante la imagen bendita de la Virgen
del Prado a sus hijos más queridos y necesitados, aquellos que participan,
viven y forman parte del «mundo del dolor». Los acerca no solo para que
físicamente la contemplen y se gocen delante de Ella, sino para que
fundamentalmente experimenten en su interior la presencia de la Madre Buena que
nos mira dulcemente a todos y nos conduce a su Hijo Jesús, redentor de una
humanidad que necesita de la Misericordia del Padre.
Así pues, la Caravana Blanca 2016, en su
cincuenta y dos edición, será la Caravana Jubilar en la que los enfermos y
acompañantes podrán alcanzar la gracia del Jubileo por decisión expresa de
nuestro obispo Don Gerardo.
Que la Virgen del Prado, Reina y Madre
de Misericordia nos guíe y acompañe a todos para que podamos redescubrir la
alegría de la ternura de Dios.
Santiago
Caballer González
Vicepresidente
de la Hospitalidad Diocesana de Lourdes