I.-
INTROITO.-
Me
levanté muy temprano
Pues
ya no tenía sueño
Me
desperté muy temprano
Pues
iba a ser pregonero.
Me
desperté muy temprano
Con
el sutil tintineo
De
tus varales de palio
Bajando
ya desde el cielo.
Me
levanté muy temprano
Olvidándome
del sueño
Pues
iba a ser contador
De
la historia de este pueblo.
Me
revestí del azul
De
la playas del Estrecho
Y
las entrañas granates
Del
paso de su universo.
Me
perfumé de azahares
Y
me impregné del incienso
Que
anunciaba que Jesús
Ya
salía a nuestro encuentro
Para
llenar de ilusión
El
corazón pregonero.
Y
un susurro desde el cielo
Repetía,
¡pregonero!
¡Ponte
tu túnica blanca!
¡Vístete
de nazareno!
Que
está escribiendo la Mancha
Nuevamente
el evangelio
De
ese Misterio de sangre
Y
esa Madre que es consuelo
De
sus hijos flagelados
Que
ya les llegó el momento
De
escuchar a Miguel Ángel
Soltar
sus coplas al viento…
Y
cogido de la mano
Del
consuelo de mis sueños
Cantaremos
mil plegarias
Anunciadoras
del sueño
De
este cofrade caballa
Que
es manchego en tu cortejo…
Alerta al corazón, porque ya está la
tarde ciudadrealeña ofrendando su luz hacia el Prado, con los mejores y más
delicados soles de septiembre. Alerta la palabra, soleada y nazarena en su
esplendor, que galopa por las filas del romance hecha clamor rojo de letanía,
sintiendo la acogedora compañía de Nuestra Madre del Consuelo. A ti te hablo,
Ciudad Real, señorial de los más bellos sueños, donde cantan ya a la sombra de
los árboles los recuerdos de septiembres pasados. Porque habrás de saber muy
pronto, que entre los aires tibios de tus calles, en el arrullador verdor del
Prado, en la fronda tintada de esperanza del Parque, en las Terreras o en la
Merced, todo nos hablará de El. Y tendremos que volver a Ciudad Real…
Volver
a la Mancha, volver
Con
la ilusión renovada
Con
el alma enamorada
De
un nuevo y bello querer
Volver
a la Mancha, poder
Tomar
la senda segura
Nobilísima
andadura
Felicísimo
camino
Que
tiene fin y destino
A
los pies de su figura.
Volver
a la Mancha, sentir
Mientras
cruzo la bahía
La
contagiosa alegría
De
un dichoso sin vivir
Volver
a la Mancha, latir
Mi
corazón nuevamente
Desasosegadamente
Por
las ansias de llegar
Sabiendo
que he de encontrar
Ciudad
Real de tus campos
En
donde el tiempo se para
Feliz
y divinamente
Para
hacerse confidente
De
tus secretos mejores
Y
compartir con las flores
Tus
angustias y tus penas
Mirando
tus manos llenas
De
llantos y sinsabores
Volver a la Mancha, soñar
Con
ese ayer, ya lejano
O
quien sabe si cercano
En
quien le vine a ofrendar
La
pobreza de un cantar
Hecho
de coplas sinceras
A
los blancos de azucenas
Y
a los divinos encantos
Que
propiciaron mi canto
A
la Patrona Morena.
Volver
a la Mancha, traer
El
recuerdo emocionado
De
un cantar enamorado
Que
a la Señora canté
Y
por eso ya despega
De
su dique en singladura
Esa
barca enamorada
De
su divina figura…
La
barca de mi ilusión
Se
hace en septiembre a la mar
Un
trémulo suspirar
En
la caña del timón
El
latir del corazón
Soplo
del viento en la vela
El
mar es una acuarela
De
verdes azulmarinos
Sobre
la mar sin caminos
Deja
mi barca una estela
Una estela de blancura
Mi
barca en su caminar
Y
un salado salpicar
A
poniente por su amura
Sueños
de una singladura
A
la Mancha desde Ceuta
El
sol en su mediodía
Vertical
a un mensajero
Celéstico,
marinero
Y
azulada letanía.
La
barca de mi ilusión
Se
hace en septiembre a la mar
Porque
le quiere cantar
A
su Cristo su pregón
Y
no le falta patrón
Que
gobierne su andadura
A
Santo Tomás le guía
La
valiente gallardía
Que
dice su singladura…
Cuando
el Pozo de don Gil
Quiso
que lo conquistara
Alfonso
décimo el sabio
En
tierras de Calatrava
Y
Villa Real crease
Con
la luz que hay en su cara
No
pudo darnos el cielo
Mejor
Madre Inmaculada
Esa
Madre soberana
Que
es salud de nuestra gente
Y
fuente de salvación
Que
nos trae con el relente
Sobre
su paso de plata
Que
cobija con amor
A
la Bondad flagelada…
Quién
pudiera mi Señora
Ser
varal de tu paso
O
tu sayal, tu corona
Y
dormirse en tu regazo
Como
cirio de tu paso
Y
consumirse contigo
Como
cera en un abrazo
Quien
pudiera perfumarte
Como
clavel, como nardo
Difuminar
tu fragancia
Calle
a calle, barrio a barrio
Como
corona tendrías
Ilusiones,
sueños, gozos
Corazones
impacientes
De
encontrarse con tus ojos
Quién
pudiera ser la flor
De
la que adorna tu paso
Y
acariciar a tus pies
Que
se enredan como nardos
En
tu paso eres fulgor
Y
en tu altar eres lucero
Mi
Señor de la Bondad
Que
humilde siempre te veo.
Llena
de luz mi destino
Dame
con tu amor la calma
Y
de amor siembra el camino
De
mi vida y de mi alma
Que
aquí comienza el pregón
Eleva
sus zancos de tierra
Invocando
a su Patrona
Que
es dulcísima princesa
Quiere
el verso pinturero
Entregarte
como ofrenda
El
aroma de las flores
Que
en tus jardines pasean
Gracias
te doy, Señora
Porque
fuiste mi bandera
Que
una tarde de otoño
Quiso
llamar a mi puerta
Que
estando Madre tan alta
Bajaste
a estas veredas
Ofreciéndome
tu mano
Me
pediste que escribiera
Y
yo ante esa llamá
De
un buen hombre de esta tierra
Contigo
me puse a andar
Cargando
mi cruz a cuestas
De
la mano de la Reina
De
los cielos y la tierra
La
que ara y luego siembra
Del
corazón mis praderas
De
la que hablan mis labios
Sin
que mi boca se mueva
El
azahar que florece
Sin
que se haga primavera
El
agua de donde bebo
El
fuego que a mi me quema
La
tierra de donde vengo
El
aire que a mi me lleva
Gracias
te doy, Prado
Porque
fuiste mi bandera
Eres
la fiel compañía
Mi
Señora Soberana
Que
desde tu camarín
Vas
inflamándome el alma.
Ya
renace una plegaria
Del
plateado de tu paso
Y
en esa anhelante espera
Invaden
nuestros sentidos
Aromas
de primavera
Del
incienso que perfuma
A
las calles y plazuelas
Del
aroma que se funde
Con
la brisa que refresca.
Bajo
el cielo inmaculado
Revolotean
golondrinas
Que
esperan llegar tu paso
Por
recorrer tus esquinas
Y
es que Ciudad Real cristiana
Proclama
a los cuatro vientos
Que
es cofrade y es mariana
Y
que en Santo Tomás tiene
A
la Bondad flagelada.
Queridos hermanos, este tiene que ser vuestro pregón, además del mío. Todos, cada uno de vosotros, os aseguro que habéis pasado por mi mente durante la redacción de esta exaltación.
Tenéis que dejar escapar ese ave
inagotable que no deja de revolotear en vuestro interior y que cosquillea
incansable en nuestras entrañas cuando lo miramos de frente.
Aquí me tienes una vez más ante tus
plantas, agradeciéndote tantos favores obtenidos para mi y los que me rodean;
por tanto amor derrochado se hacía impensable que me negara a este encuentro
entre hermanos…
Vengo
buscando tu imagen
Mi
buen Jesús Nazareno
Vengo
a Ti con toda prisa
A
comenzar con mi reto.
Como
en una nueva Pascua
Tu
bendición requiriendo
Pintando
todas las calles
Con
mis versos pregoneros.
Confiando
en tu mirada
Olvido
de todo llanto
De
prisas y nerviosismos
Comulgando
panes ácimos
Entregado
a la suave
Caricia
de tus dos manos
Esas
manos que se apoyan
A
tu dolor flagelado.
Llego
y sales a mi encuentro
Tu
regio altar olvidando
Dejas
tu elevado trono
Y
buscas otro más alto,
El
corazón de tu pueblo
Que
lleva tanto esperando
Que
bajes a nuestra tierra
Para
apagar nuestro llanto.
Bajas
porque no te engañan
Ni
el tiempo ni el calendario
El
sábado entre las mareas
De
cofrades y de hermanos
Saldrá
un galeón con tu nombre
¡Siempre
tu nombre en mis labios!
Proclamando
tu victoria
Sobre
el dolor y el quebranto
Un
navío con tu nombre
Como
aquellos que cruzando
De
puerto a puerto africano
Sobre
ese mar estrechado
Iba
buscando, Señor
Volver
de nuevo a tu lado
Y
arrodillarme ante Ti
Y
darte todo lo hallado
Y
buscar una razón
Para
proseguir luchando
Por
el vaivén de la vida
Que
hasta Ti nos va llevando.
Cambia
el tiempo, no el deseo
No
es oro, mis versos traigo
Me
he enrolado en un navío
Tu
nombre viene mandando
¡Qué
buen nombre te pusieron
Cristo
Rey del Universo
Nazareno
Flagelado
Enamorado
de un pueblo
Que
espera ser rescatado!.
Vengo
a buscarte, pues se
Que
siempre el que te ha buscado
No
lo despreciaste nunca
Cual
decía el franciscano.
La
misma seguridad
Tengo
cuando afirmo y canto
Que
buen nombre te pusieron
Cristo
Rey del Universo
Nazareno
Flagelado
Enamorado
de un pueblo
Que
espera ser rescatado.
Ando
yo por este mundo
Perdido
en mis arrebatos
Sin
saber donde me lleva
El
río de mis pecados,
Diré
para no perderme
Mientras
agarro tu mano
Que
buen nombre te pusieron
Nazareno
Flagelado.
Vengo
yo a verte a la iglesia
Buscando
tu voz, tu abrazo
Y
en el altar yo me encuentro
No
solo con lo esperado
Sino
con la inesperada gracia
De
tu nombre sin naufragio.
Qué
buen nombre te pusieron
Nazareno
Flagelado
El manchego más humano.
Con
tu nombre por bandera
Estoy
ya seguro a salvo
Timonel
de mi Consuelo
Que
ya conduce mi barco,
Me
apunto a ser marinero
En
las playas de tu mando
Qué
buen nombre te pusieron
Nazareno
Flagelado.
Navegaré
ya contigo
Por
los mares que despacio
Llevan
vida hasta los puertos
De
nuestro feliz descanso,
Yo
ya descanso en tu nombre
Por
tu nombre navegando
Qué
buen nombre te pusieron
Nazareno
Flagelado
Mi
Señor de la Bondad
El
manchego más humano.
Aquí
está tu pregonero
Para
ejecutar Tú encargo
No
te importe a ti el esfuerzo
Que
supone tal recado
Tu
deseo pinturero
De
bondadoso cristiano,
Tienes
mi voz lo primero
Pídeme,
que ya he encontrado
La
fuente de inspiración
Con
lo que tienes al lado
Esa
Madre dulce y buena
Que
acompaña tu dolor
Y
nos hace que las penas
Vayan
cambiando el color.
Pídeme,
aunque no soy nada
Que
la fuerza de lo alto
Viéndote
tan cerca mía
Será
lirio enamorado.
No
me pidas la riqueza
De
unas potencias de oro
Que
tan brillante tesoro
Adorna
ya tu cabeza
Desde
que pisaste el suelo
En
tierras de Galilea.
No
me pidas que te traiga
Un
paso pa´ tu salida
Pues
el miércoles, ese día
Que
sale tu cofradía
Tienes
tallado un altar
Con
candelas encendidas.
Tu
finura no me exija
Música
que ya la tienes
Impregnada
en los vaivenes
Del
palio que la cobija
A
esa Madre que te sigue
Y
nos protege día a día.
Vengo
a cumplir tu deseo
Vengo
a complacer tu encargo
Vengo
a llenar el compás
Tus
virtudes pregonando
Tu
cofradía viene a ti
Tú
te acercas con agrado
En
este año te ofrece
Un
soñado aniversario
Yo
te ofrezco la palabra
Sólo
de eso me ha dado
Tiempo
en estos pocos años
Que
he dormido en tu regazo,
Junto
a tu pecho escribiendo
Ibase
el pregón gestando
Yo
en mi casa suspiraba
Tu
en tu altar escuchando
Me
lanzabas por el aire
Rimas
que iba engarzando.
Puedo
hablar mucho de ti
Más
me hace falta tu mano
Quiero
que mes tan solo
Para
este esfuerzo cansado
Una
venia, un permiso
Nazareno
Flagelado
Una
ilusión que tenía
Que
va a cumplirse en el acto
Antes
de decir más nada
Antes
de seguir hablando
Antes
de darles las gracias
A
esos que me ayudaron
Antes
de ofrecerme a ti
Dice
el corazón cansado
Que
le dejes que te muestre
Que
así bien podrás premiarlo
Todo
el amor que te tiene
Tu
pregonero cansado.
Aquí me tienes, Señor
Estoy
dispuesto a rezarte
Quiero
ser tu cirineo
Pa´
poder acompañarte
Acompañarte
el camino
Que
nos lleva presuroso
A
comenzar el pregón
Que
yo te he escrito con gozo.
II.-
PRELUDIO.-
Cuando la tarde se moría en los vértices
del tiempo, cuando en los arbores de octubre y las postrimerías de noviembre
salías a la calle lleno de Bondad cargado con tu Cruz en el Carmen de San
Leandro, aquel 28 de octubre se rompió la monotonía de mis días, Nuestro
Hermano Mayor tenía que anunciármelo oficial y formalmente, pero, yo sabía que
tu Padre me lo iba a poner fácil; en tu primera levantá dejaste caer un estatis
morado a mis pies, como rubricando el compromiso, yo te pedí entre lágrimas que
nublaron mi vista un poco más, y Tu como siempre me contestaste.
Sabía y estaba más que seguro que tu
Padre haría lo posible por brindarme este momento, y ahora que lo tengo en mis
manos no quiero ni voy a dejar que se escape de ellas, quiero acariciarlo y
hacerlo mío, perderme entre las anillas de tu columna aunque sólo sea por un instante
y otear tu gloria desde la gloria.
Tu Padre, que nunca falla, me ha puesto
delante de Ti, a solas, porque estoy en deuda contigo desde que descalcé mis
pies aquel miércoles Santo de 2001; te hablaré bajito, como un niño pequeño,
como un nazarenito de tu cortejo…
Porque tu Padre así lo quiso me puso
delante de ti, pero ahora me dejo acurrucar por tus manos y en este momento se
está tan bien, Señor de los espacios infinitos, que ni me salen las palabras.
¡Mírame, Señor, mírame! Esta mañana vine
a verte temprano, fui como todos los días a pasear de tu mano, Tu que eres mi
vida, y como soy tu hermano necesito tu presencia para seguir caminando.
Lo tengo fácil o difícil, según se mire,
pero creo que lo más sensato será recordar lo vivido y como los sueños son los
sueños, volveré a estudiar a Ciudad Real otra vez.
Cuidado con Él, Padre le llamamos sus
hijos, os va a comprometer a poco que os descuidéis, os va a complicar la vida.
Porque estos sueños y recuerdos que vamos a vivir y rememorar, a primera vista
corrientes, normales. ¿Sabéis de dónde provienen?
Pues derivan de que sus hijos se han
jugado la vida a las bazas del amor y la humildad con retazos de paciencia; por
eso son pedazos de vida, tiras de piel, latidos del corazón profundo…
Dios te salve, Consuelo, Madre del Señor
de la Bondad, Hijo de Dios vivo, Segunda Persona de la Santísima Trinidad,
Bravo León de Judá que entra triunfal en la Merced como cada Miércoles y nos
salva.
Dios te salve, Consuelo, Ciudad Real
está contigo y acogida tu eres en todas las casas, en todas las iglesias, en
todos los corazones, en el aire y en la historia.
Y Bendito otra vez y siempre el que nos
trajo tu persona, el Dulce Brote de tu vientre, el Señor de la Bondad, el que
lloró al ver la nueva Jerusalén, el que venció a la muerte, Jesús Resucitado,
motivo y eje de nuestra gloria, entusiasmo y amor por Ti, porque eres
intercesora entre nosotros y El.
El que después de ser malherido,
flagelado, descarnado, dejó su cuna para venir a ser mimado, curadas sus
heridas con el aceite del cariño y el vino de la hermandad, y mira por donde,
hoy tienes un templo donde te veneran tus hijos al amparo del santo de los
Infantes, junto a tu hermosa Madre.
Fue a las diez
de la noche aproximadamente y llovía de verdad. Era una tarde lluviosa
cuando dejaste Sevilla y llegaste a Ciudad Real. Nunca más volviste a tu casa
de siempre, si acaso la soñaba desde el escaparate de la calle Goya en esa
capilla improvisada en la que te conocí.
Que
nunca dieran las diez
En
los relojes del tiempo
Que
la tarde no acordara
Besar
tu último aliento,
Que
volvieran a buscarte
Saliendo
en tu cortejo
Nazarenos
con sus niños
Y
tus buenos costaleros.
Que
te ciñeran de nuevo
Esa
soga sobre el cuello
Que
te echasen a la calle
Como
un proscrito del templo,
Que
te aclamasen a gritos
Tus
hermanos y tu pueblo
Queriendo
contar Tú historia
Escrita
en el sufrimiento
Que
nunca dieran las diez
En
los relojes del tiempo
Que
la noche no esperase
Ser
madrugada de sueños,
Que
no tuvieses un paso
Con
que alimentar el rezo,
Ni
siquiera un altarito
Para
salirte al encuentro.
Que
no quedase ni una
De
las piedras de tu templo
Que
tu boca malvaloca
De
esperas sin remedio
Se
secase con la hiel
Del
timón de los desprecios.
Que
tu rostro descarnado
Templanza de los desvelos
Fuese
astilla mancillada
Con
el escarnio más lento.
Si
todo esto ocurriese
Señor
de mis sentimientos
Por
el cielo que te hizo
Te
juro en el evangelio
Que
esta gente de tu tierra
De
mi pueblo del recuerdo
Volvería
hasta tus plantas
A
venerarte de nuevo,
Se
enfrentaría al demonio
De
los más hondos infiernos
Para
sacarte adelante
Como
lo hizo hace tiempo
Como
si fueras su sangre
Señor
de forjado empeño
Como
si fueras la vida
Que
en sus pulsos va latiendo,
Todo
Ciudad Real volvería
A
reclamar tu universo.
Vas
por delante del alma
Como
aquel verbo primero
Aprendiendo
en el regazo
De
maternales desvelos,
Por
encima de pasiones
Vertidas
sin fundamento,
Fundida
en los corazones
Como
se funde aquel leño
En
la llama incandescente
De
la hoguera de los sueños.
Vas
grabado en la conciencia
Superando
el sufrimiento,
Tu
nombre va más allá
De
ser el Dios de este pueblo.
Eres
el Padre Bendito,
El
Consuelo, el Alimento,
El
pañuelo del que sufre,
La
salud de los enfermos
Y
Fuente de vida eterna
Y
Alivio del sufrimiento.
Eres
el Padre Bendito,
Devoción
de mis ancestros
Que
han sabido así llevarte
Por
los anales del tiempo,
Rezándote
sin descanso
Al
calor del Padrenuestro.
Dice la fe de bautismo
En
Ciudad Real están mis cimientos
Soy
tan libre como el mar
Cuando
se peina en el viento
Y
mis pulsos van prendidos
Con
devoción de silencio.
Así
el pueblo te reclama
Señor
de columna y credo
Repitiendo
una y mil veces
Llevándote
siempre dentro
Como
una frase en las velas
Del
barco de su universo.
Ciudad
Real es mi cuna
Soy
Bondad y Sufrimiento.
Lo
has sido todo, Señor
Bastión
de fe y alimento
Confesor
de los pecados
Cómplice
de los secretos
Que
en lo más hondo del alma
Guardamos
entre silencios.
Por
eso Tú no hagas caso
Si
escuchas soplar al viento
Con
cantinelas que burlan
La
razón de tu misterio…
Ciudad
Real es mi casa
Soy
Bondad y sufrimiento.
Un
ángelus flagelado
Está
llamando a la puerta,
Treinta
monedas de plata
Se
posan sobre la tierra,
El
Espíritu del mundo
Enciende
su Luz eterna
Acunándose
en la gloria
De
la pasión de esta tierra.
En
tus calles, Ciudad Real
El
verbo se hace promesa
Y
la ceniza del miércoles
Es
semilla en nueva senda,
Llegó
la hora esperada
La
eternidad que comienza,
Una
voz estremecida
Te
está diciendo, ¡Despierta!
Has
sido Tú la escogida
Tú,
Niña ciudadrealeña
Tú
con la savia bendita
De
tu cielo en primavera.
Te
han soñado en las alturas
Moldeando
tus fronteras
Coloreando
tus calles
Y
abriendo tus ventoleras
Haciendo
que se iluminen
Las
plazuelas y callejas.
Que
se sonrían tus fuentes
Con
la claridad inmensa
Del
agua de tu bautismo
Moro,
cristiano y mudéjar.
Te
crearon en el cielo
Con
la esperanza más cierta
Entre
el sonar de las olas
Y
corazones de estrellas.
Muy
manchega en tus hechuras
Con
el alma nazarena
Y
en tu espíritu la forja
De
la pasión cofradiera.
¡Despierta,
Ciudad Real!
¡Que
están llamando a tu puerta!
Dale
gracias a la vida
Que
nacerá de tus piedras.
Al
Dios que quiso que fueras
Su
camino en penitencia,
Haciéndote
manto grana
De
la Niña que te espera.
El
quiso que fueras fuerte
En
tu madrugada eterna
Para
beber el rocío
De
tu santa penitencia,
Dale
las gracias, mujer
Porque
quiso que sintieras
Las
llagas de sus heridas
En
cada trabajadera.
Te dio su salve rendida
En
la fe que Tú le entregas
Haciéndote
cruz de guía
De
su celestial vereda
Y
se hizo nazareno
Por
calles y callejuelas.
Y
fue encaje en tu pañuelo
Para
consolar tus penas,
Te
dio su mirar intenso
Para
que la luz naciera
En
los ojos del que sufre
Cegado
por las tinieblas.
Te
lo dio todo, mujer
Y
todo para que fueras
La
cuna de su cobijo
Y
el sudario de su espera.
Por
eso, Ciudad Real
Dale
las gracias y reza
Veinticinco
años dormidos
En
tu regazo despiertan,
Un
ángelus flagelado
Está
llamando a tu puerta
Bendito
el sueño que hizo
Soñar
a tu primavera
Y
vestirla de azahares
Y
llenarla de querencias
Y
trenzar las humildades
En
calladas penitencias.
Porque
el cielo así lo quiso
Ciudad
Real, levanta y despierta
Dios
se queda en ese altar
Bendita
gloria en la tierra.
III.-
PRESENTACIÓN Y AGRADECIMIENTOS.
Es para mí un alto honor el haber sido
nombrado pregonero del aniversario de Nuestro Sagrado titular. Atrás han
quedado aquellas horas cálidas que el pregonero vive después de su
nombramiento, entre las manifestaciones de afecto y buenos sentimientos.
Después el frío de la noche helada de la responsabilidad te invade el corazón y
el alma.
Después de transitar varias veces por el
desierto de la oscuridad, arropado por el llanto de la búsqueda, cansado de
buscar, derrotado por mi incapacidad, divisé un oasis, un venero fresco donde
brotaba el agua de la inspiración, era el agua de la humildad, de la
profundidad, de la sencillez, del amor. Ese oasis estaba en los ojos del Señor
de la bondad cuya agua fresca de vida sació la sed de inspiración y me indicó
el camino.
Por eso quiero que la voz de este
pregonero se levante para cantar, para glosar, para proclamar la maravillosa
realidad de esta cofradía. Quiero convencer a los convencidos, cantar lo que
otras veces se ha cantado, buscar brillos diferentes, dejar una retahíla de
fechas y acontecimientos para otros foros, hoy hablaremos de la Hermandad, de
sus vivencias.
Quisiera tener la palabra del poeta,
quisiera entonar el lamento de una saeta, ser el pregonero que cante el valor
de lo divino, las pasiones de lo humano y el fervor de este pueblo a esta
cofradía. Palabra y voz de poeta, pues el amor es poesía y el amor viene de
Dios.
Llevo meses pensando y dándole vueltas a
Tu aniversario, llevo meses dando forma a un pregón o exaltación, como queráis
llamar, para mi hermandad querida y añorada. Después de mucho pensar, una tarde
al despertar de la siesta, el aire tibio y la luz del sol vespertino entrando
por mi ventana me trasladaron a mi casa de la calle Sancho Panza, cuando tras
descansar un rato de vuelta del Hospital de Alarcos me iba para la calle Goya a
esa casa tan llena de recuerdos, de buenos y malos momentos, como la vida
misma, donde con mis amigos y hermanos aprendía en una segunda etapa a ser
cofrade; aprendía a ser persona y a hacer hermandad día a día.
No puedo continuar mi disertación sin
agradecer de todo corazón a mi Hermandad de la Flagelación y a su Hermano
Mayor, Emilio, el grandísimo honor que supone para mi realizar esta exaltación
a nuestro querido Señor de la Bondad y, cómo no, agradecer las palabras de
elogio de la presentación de nuestro hermano José Ignacio de las que para nada
soy poseedor y hacen que junto con vuestro apoyo hoy en este templo me empujen
un poco más a seguir con mi labor pregonera…
RVDO.
PADRE, DIRECTOR ESPIRITUAL.
HERMANOS
MAYORES Y JUNTAS DE GOBIERNO.
EXMAS
E ILMAS AUTORIDADES.
COFRADES
Y HERMANOS EN XTO.
Es septiembre y parece marzo, esta tarde podría ser primavera, acabamos de vivir unos días muy cerca de la Morena del Prado y ya están la Pastoras recogiendo sus rebaños.
Rememorando tu historia, me doy cuenta
de que ya voy teniendo una edad, pero edad no son los años que tienes, sino la
forma de vivirlos, la vida depende de la intensidad con que se vive, no sólo de
su extensión, y el que ha estado siempre a Tu lado ha vivido intensamente.
Va ya para dieciséis años que no los veo
a diario, no puedo dar mi paseo vespertino y visitarlos junto con mis hermanos;
no podéis imaginar lo duro que se hace no poder estar con ellos y con quienes
los rodean, los cuidan y los miman cada día.
Durante largo tiempo, me he visto
privado de la íntima satisfacción de impregnarme de la cuaresma de Ciudad Real;
de inhalar por mis poros el aroma de incienso mezclado con el olor de las flores que brotan en tu
Prado. En la distancia me he imaginado los actos de culto; montaje de pasos,
túnicas preparadas, recién planchadas, recostadas en el respaldo de un sillón,
capirotes impávidos ante la mirada atónita de los que pasaban por mi casa…
He imaginado en fin, Ciudad Real. Y casi
sin querer mi mente se traslada en el tiempo; retrocede a años pretéritos, muy
duros para la supervivencia de las hermandades; donde la atonía y escasez de
recursos, humanos y económicos, sólo permitían mantener encendidos pequeños rescoldos, de un fuego que, luego, ha
inflamado e impulsado, con pujanza y largueza la realidad que hoy tenemos ante
nuestros ojos. Pero ese milagro tiene blasón, nombres propios; tiene el carisma
del quehacer modesto y callado que sin pretenderlo ha hecho historia, ha dejado
su impronta en el libro de nuestra hermandad. Ellos fueron artífices, en gran
manera, del esplendor de nuestra hermandad en estos tiempos modernos. Desde
aquí mi homenaje y agradecimiento, así como el nuestro, cofrades de la
Flagelación, pues creo recoger el sentir de gran parte de los que escucháis mis
palabras. Seguro que los que se han ido ya, desde su atalaya celeste, están
dando indicaciones a los mayordomos para que se ajuste una jarra, se apriete
bien un varal, se coloque derecho algún cirio, o están dirigiendo alguna
oración a su Cristo o a su Virgen.
Pero si estos últimos veinticinco años
la hermandad se sostiene, continua y se renueva, es gracias a la labor callada
y abnegada de nuestro Hermano Mayor, Emilio, que siempre se deja guiar por
Nuestra Patrona desde su camarín. Para
ti querido amigo…
La
Patrona y Soberana
Que
a sus hijos alimenta
Con
el pan que nos reparte
Y
que su Hijo nos deja
Escondido
en los sagrarios
Y
en los viriles de perlas.
Quiero
pedir por mi gente
Por
mi pueblo y mi simiente
Por
los niños que te rezan
Y
los que nunca te mienten
Por
los que lloran de pena
Y
los que ríen sin verte
Por
los que no me condenan
Y
se dejan a su suerte.
Por
los que ya se me fueron
Por
los que vienen a verte
Con
plegarias y recuerdos
Con
su dolor penitente
Con
el cariño en sus ojos
Y
el clamor de sus enojos
Con
el dolor penetrante
Y
la salud de tus gozos.
Con
la vida que Tú das
Al
que te reza con paz
Y
el que calumnia en un pozo
El
que te vuelve a rezar
Y
el que maldice tu rostro
El
que sabe donde va
Cuando
eres su reposo.
Por
Patrona, el Padre Bueno
Cuando
se muere la tarde
Lleva
en su alto canasto
Un
repique de alamares.
Baja
del cielo, y su paso
En
el pulso del cofrade
Viene
buscando el rescoldo
Del
sol, aún en destellos
Que
ya se viste de cielo
En
la túnica y el cirio
En
la plumas cimbreantes.
Baja
del cielo el Señor
A
hombros de sus cofrades
¡Siempre
a pasitos cortos!
¡Siempre
mira que elegante!
Que
así camina el Señor
Cuando
baja a pasearse
El
miércoles por la tarde.
Sus
costaleros, hermanos
Gustan
el sabor inmenso
De
ese pretorio que nace
A
la luz de cirios ocres
Y
al olor de los rosales.
Mis hermanos, costaleros
Saben
que al caer la tarde
El
silencio de las calles
Es
su mejor homenaje.
No
hay Señor, no hay nadie
Que
baje como Tú a las calles
En
una chicotá eterna
Por
derecho, siempre alante
Llevándote
a sus espaldas
Junto
a sayones sin madre.
No
hay Señor, no hay nadie
Que
te lleve en ese paso,
Cortando,
Señor el aire
Con
esas manos atadas
Al
cimbreo de tus fanales
Y
desafiando al tiempo,
Enamorando
a tus hijos
Y
pintando con tu pelo
Temblores
de noche oscura
En
el sol de mi universo.
En
el sol que ya se muere
Cuando
te ve por la tarde
Bajando
por las Terreras
A
hombros de tus cofrades…
Es
mi Patrona, Jesús
La
que te ve cada año
Cuando
bajas a la calle
La
más cofrade del barrio.
Cuando
desde Camarín
A
Vía crucis vas buscando.
A
mi Patrona, Señor
A
Tu Madre, soberano
Le
dan penita esos pies
Sin
abrigo y sin descanso.
Le
duelen, si, Padre Bueno
Porque
el relente va helando
Cuando
en suspiros de gloria
Te
ve caminar descalzo.
Le
duelen, mi Padre Bueno
Y
no consuelan su llanto
Ni
las saetas hermosas
Ni
el fervor de los aplausos.
Le
duelen, mi Padre Bueno
Esos
pies tan humillados
El
flagelo que te abate
Y
el sudor que va sangrando
La
frente que Ella besara
Cuando
eras sólo un niño
Jugando
con sus enaguas.
Le
duelen, mi Padre Bueno
Esa
espalda y esa sangre
Porque
tendrá que besarla
Cuando
llegues al calvario.
A
mi Patrona, Señor
A
Tu Madre, Soberano
Le
dan penita esos pies
Sin
abrigo y sin descanso
Por
eso dejó en mis manos
Un
puñado de besos
En
mis labios repujados
Y
me pidió que en tu barrio
En
el altar de sus glorias
En
su camarín tan alto
Me
pidió que los pusiera
Sobre
tus pies, Hombre Santo
Y
lo que dice mi Madre
Como
soy muy aplicado
Lo
que Ella a mi me dice
Eso
es ley, y yo lo hago.
Por
eso yo estoy aquí
Por
eso ya lo he besado
Porque
esta flor de los prados
Es
la que abriga su pecho
Y
su vientre inmaculado
Y
sus brazos que acunaron
Tu
vida, mi Padre Bueno
Cuando
eras sólo un niño
Jugando
en su regazo.
Aquí
la tienes, Señor
Para
que abrigue tus pies
Cuando
el relente callado
En
la noche venga helando.
Yo he cumplido con lo mío
Cumple
ahora Tú, Hombre Santo
Cumple
ahora con tu Madre
Y
que no la vuelva a ver
Cuando
bajes por su calle
Entre
suspiros amargos.
Que
es la Reina de la Gloria
De
la sonrisa y del nardo
Que
mi dulce emperadora
Nunca
debería llorar
En
su camarín tan alto.
Llégate
Tú una tarde
Y
convence a mi Patrona
Para
que el miércoles santo
Todos
sus hijos al lado
La
veamos sonriendo
Cuando
pases flagelado.
Vuelve
por allí una tarde
Devuélvele
Tú mis versos
Dale
un besito a tu Madre
Y
consuélale esa pena
Pa´
que nunca un nazareno
Tenga
que decir que llora
La
Madre de los Manchegos
Al
verte el miércoles santo
Cruzando
por camarín
Entre
sayones y cantos
Entre
plumas y flagelos
Y relinchos de caballo.
Por
eso yo a Ti te pido
Mi
Señor de la Bondad
Mi
Celestial Padre Bueno
Que
toda Ciudad Real
Pueda
ver su camarín
Brillando
como un lucero
Cuando
pases por delante
Y
se refleje en tu pelo
Cuando
tus hijos te lleven
En
su levantá hasta el cielo.
IV.-
EL COMIENZO.-
Si
yo pudiera parar el tiempo
Igual
que se paran las olas del mar
Yo
pararía en este momento
Aquellas bambalinas que saben redoblar
En
mis sentimientos.
Y
hacen que sin remedio
Mis
sueños vuelvan aflorar
Y
suban a su columna
Chicotá
tras chicotá.
Esta historia comienza con veinticinco
años de menos, ¡Qué barbaridad!, lo mejor de una vida, la juventud, ese tiempo
tan feliz en el que se ve todo color esperanza, en el que se van forjando
nuestras vidas y nuestros corazones, preparándose para afrontarla. Esa vida que
pasa y no has notado que has vivido cuando ya ha pasado.
Queremos
parar el tiempo
Y
no queda más consuelo
Que
recordar los momentos
Que
nos ha regalado el cielo.
En otro tiempo que, Dios, no tenía
cuerpo ni figura, no podía de ningún modo ser representado por una imagen. Pero
desde que se hizo ver en la carne y ha vivido con los hombres se puede hacer
una imagen de lo que se ha visto de Dios.
Con el rostro descubierto contemplamos
la gloria del Señor…
La belleza y el color de las imágenes
estimulan mi oración.
¡Dónde si no en las mejores- por más
sagradas- de nuestras imágenes, se muestra esto de forma más complicada y al
mismo tiempo más accesible!
Así tuvo que verlo ese joven sevillano,
Fernando Castejón, cuando lo concibió en su imaginación y le dio vida con sus
manos sobre la arcilla.
En
la tierra sevillana
Con
mandato en las alturas
Fernando
Castejón tallaba
Astillas
de gloria pura
El
ángel de la madera
Que
en las alturas se apura
Contagiando
vida eterna
Susurrándole
a las gubias
Exhaló
con un suspiro
Un
puñado de virutas
Dibujando
una columna
A
los pies de su figura.
Imagen
y semejanza
De
aquel que entre establo y mula
Vino
a derramar amores
Al
hilván de sus costuras.
Espejo
de bendiciones
Un
pañuelo de venturas
Respondiendo
a las plegarias
Huérfanas
de la ternura.
Las
estrellas de alabanza
En
un rosario de espumas
Iban
mostrando el camino
De
su pesebre y su cuna
Diciembre
se volvió abril
Y
palideció la luna
Con
la candela que en ascuas
Brillaba
por las alturas.
Un
Dios flagelado y bueno
Luciérnaga
entre las brumas
Se
entregaba por entero
Como
un racimo de uvas.
Pastor
de redes sin fondo
Pescador
en la penumbra
Un
óleo de eternidades
Que
cicatriza las úlceras…
En
olor de multitudes
Con
hosannas y aleluyas
Ciudad
Real se abrazaba
A
la verdad absoluta.
Por
fin un Padre abrigando
Esas
penas que una a una
Se
derriten como cera
Al
paso de su figura.
Bendito
seas, Señor
En
la Mancha tu hermosura
Bautizaba
don Eugenio
Mientras
se dormía la luna.
Bendito
seas, Señor
Ciudad
Real se deslumbra
Con
el candil de tus sienes
Que
es el faro en su penumbra
Pero
Señor de bondades
Danos
respuesta a las dudas
Que
la noche de tus ojos
Desconcierta
hasta a la luna.
Que
la hermandad se consume
Cuando
el silencio te acuna
Y
te apoyas sin chistar
En
esa fría columna.
Yo soy Señor de bondad
Ciudad
Real es mi cuna
Soy
consuelo de los males
Y
el alivio de las culpas
Soy
entrega, soy desvelo
Y
me bebo la amargura
De
las penas de mi pueblo
Con
un rosario de espumas.
Yo
soy Señor de Bondad
El
padre de los designios
El
que carga con las penas
Sin
papeletas de sitio.
El
que de amores se muere
El
del color de los lirios
El
que en su sudario lleva
Todo
Ciudad Real cosido
Con
hilvanes de promesa
Y
devoción en sus hilos.
Yo
soy Señor de Bondad
Aquel
que te da el pellizco
Cuando
alzas la mirada
Descubriendo
en su martirio
Que
por su pecho trasminan
Las
puertas del paraíso.
Yo
soy Señor de Bondad
En
este templo yo vivo
Y
la Madre del Consuelo
La
Madre de mis delirios
La
hermandad de mis amores
Cuida
la fe que ha nacido
Entre
prados y campiñas
De
paraísos perdidos.
Yo
soy Señor de Bondad
Soy
la Gloria de Dios vivo
Y
en Ciudad Real me quedo
Por
los siglos de los siglos.
Una tarde-noche tras visitar el convento
de las Hermanas de la Cruz en la Plazuela de Santiago salí paseando con
Javi Ruiz, me dijo que me iba a llevar a
una casa de hermandad que me iba a gustar, y allí fue dónde te conocí, Señor de
la Bondad…, tanto me gustó. Me impresionó su ambiente y las gentes que allí
conocí que no tardé en ser uno más de ellos, me acogieron con cariño y me
enseñaron a quererlo…
Por
eso buenos hermanos
Yo
dedico estas letrillas
A
esos hombres y mujeres
Y
a la gente tan sencilla
Que
trabaja con amor
Poniendo
todo su empeño
En
que to´salga mejor.
Por
eso sabed hermanos
Que
todo este esfuerzo nuestro
Se
hace por el Soberano
Ese
Cristo Dulce y Bueno
Que
nos bendice y nos guía
En
su trono pinturero.
Tiene
veinticinco años
Y
sigue calando igual
Que
el día ese que vino
Al
seno de su hermandad.
El
día que a Ciudad Real llegó
Deseó
para sus hijos
Una
vida llena de amor
Una
vida sin problemas
Que
nos hiere el corazón.
Llegó
sin su canastilla
Sin
sayón ni capataz
Sin
romanos ni caballo
Y
sin tener un altar.
Ahora
tiene un ajuar
Digno
de cualquier Señor
Porque
es el Rey de los cielos
El
que viene en nombre de Dios.
Anhelaba
nazarenos
Acólitos
y capataz
Y
a sus hijos costaleros
Esos
que dan su rodilla
Pa´que
reparta su luz
Su
Cristo en su canastilla.
A
los que miran la carga
No
como algo costoso
Sino
como gloria bendita
De
esa gente que lo arropa.
A
los que no tienen nada
Porque
cargan con el peso
Del
Redentor que nos salva.
A
los que no encuentran lógica
Y
van una por una
Chicotá
con una marcha.
A
sus hijos costaleros
Que
hace veinticinco años
Pusieron
sobre sus hombros
Al
Dios Bueno y cariñoso
Que
para ellos supone
No
un esfuerzo, sino un gozo.
Momento
casi de hechizo
Que
sigue el brillo del astro
En
sus lucientes potencias
Y
el brillante candelabro
Es
la verdad que se afirma
Cada
miércoles santo
Al
salir por estas calles
El
misterio más humano
Que
procesiona en la tierra
Donde
a mamá, llaman Prado.
V.-
MI CRISTO MORENO.-
Yo te quiero en Santo Tomás, desde que
te ví te soñaba en tu altar de la parroquia, desde que te conocí en la casa de
hermandad en un altar improvisado con todo el cariño de tus hijos, con cuatro
cortinas de damasco granate y algún cirio, y siempre con flores frescas a tus
plantas.
Ahora te tenemos en el altar de Santo
Tomás, aunque por las cosas de la vida tengo que recordarte como el más humilde
y sereno Cristo de todos los que conforman la Semana Santa ciudarrealeña, y esa
sencillez singular hace que te salgas de tu trono y con esa impostura haces que sobre tu paso seas como un Padre
valiente que haría cualquier cosa por sus hijos.
Conozco a los costaleros que te llevan,
hermanos que te miman, que te mecen, que acarician el suelo con sus alpargatas.
Pero fíjate si te digo que cualquier cuadrilla daría media vida por llevarte.
De hecho, no olvides, que muchos de los que hoy no están fueron fieles puntales
bajo tu canasto.
Difícil lo tienen tus capataces pues es
difícil realzar más belleza de esa que tanto atesoras.
La
Majestad sabe andar
Revirando
en corazones
Haciendo
que hasta un costal
Pueda
aliviar los dolores
Mi
Cristo camina dulce
Y
ronea porque puede
Que
si la calle es camino
Las
heridas ya ni duelen.
Cuando
pasa, para el tiempo
Todo
cambia de repente
Las
penas se sienten menos
Si
el Señor viene de frente.
Es
Cristo quien viene a mí
Y
me atrapa en su mirada
Y
la luna que es flamenca
Quiere
alumbrarle la cara
Quiere
quitarle esa pena
Quiere
ensalzar su figura
Quiere
endulzar su amargura
Con
rayos de plata pura.
Si
anduviste sobre el agua
En
el mar de Galilea
Aquí
son tus costaleros
Los
que en sus cuellos te llevan.
Los
que en su alma te guardan
Con
costeros de emociones
Y
chicotás de esperanza.
Los
que Tú nombre pregonan
Sobrándole
las palabras
Pues
al compás del izquierdo
Mi
Cristo en la calle manda
Esos
que tienen la raza
Para
seguir cada año
Esos
que no tienen miedo
De
llevarte a cada paso
Esos
que acercan a todos
Al
mejor de los nacíos
Esos
que cada miércoles
Suspiran
seguir contigo
Esos
que al palo se abrazan
Como
Tú hicieras un día
A
esos que la fe les dice
Que
Tú por amor morías.
A
esos que aunque estén rendidos
Quieren
seguir caminando
Pues
la calle se hace corta
Y
habrá que esperar otro año
A
esos que con sus cuerpos
Hacen
altares de gloria
A
esos que cada año
Repiten
tu misma historia
A
esos hombres que con mimo
Llevan
al Señor al cielo
Y
son guiados por Él
Jesús,
su mejor vocero
Esos
que con impaciencia
Esperan
el mes de enero
Para
poder empezar
Y
trabajar con esmero.
A
esos que en esta tierra
Se
les llama costaleros
El
nombre les queda corto
Y
Dios le buscó otro nuevo
Que
allá por Santo Tomás
Donde
la Virgen es Consuelo
A
esos hombres ya por siempre
Dios
los llama cirineos.
En estos días disimulo cuando alguien me
pregunta porque me emociono tanto con las imágenes y tengo esa emoción
contenida para no desbordar hasta enfundarme en mi túnica inmaculada. Quizás
pienso que esas imágenes por este tiempo me descolocan, me sacan de quicio,
donde mi vida se asentó hace tiempo. Sólo se puede hablar a estas alturas de
Semana Santa ya, con algún confidente, al entrar en la penumbra de un templo en
las tardes de cuaresma y enfrentarme con mis cristos y con mis vírgenes, los
miro desde el otro lado del tiempo. Les cuento mis cosas, mis dudas, mis
emociones, mis esperanzas. Ese silencio me relaja los pulsos. Ese momento es
tan necesario que me lo tomo como una terapia, como una forma de reencontrarme
conmigo mismo. En esos breves minutos no me siento solo, Se y siento que Dios
es la suprema compañía, el calor que experimento cuando se acerca la imagen que
mis colegas y amigos no valoran porque no comprenden lo que late bajo la
aparente belleza de la madera…
Luego me enfrento con esa muchacha
vestida de Reina por sus camareras. Entonces no hablo, regreso al momento en
que la primera luz hirió mis retinas para siempre. Las palabras tropiezan con
los cirios de su altar, mi razón se desnuda y se queda a solas con el misterio
de la Flagelación, en un no se que, que queda balbuciendo.
Ni
los fuertes temporales
Ni
problemas ni incidentes
Nada
impide mi regreso
Para
ponerme de frente
Y
ver tu cara morena
Tu
porte y tu señorío
Y
decirte con orgullo
Que
eres el Padre Bueno
De
este pueblo que es el mío…
Viene
sangrando y herido
Su
boca no dice nada
Si
le miras a los ojos
Si
te fijas en su espalda
Verás
que sólo encuentras
La
paz personificada
Porque
el amor que nos tiene
Por
sus manos lo derrama
Que
ese látigo maldito
Se
vuelve palomas blancas
Que
den paz para este mundo
Que
den alivio a las almas.
¿Porqué
te atan las manos
Y
te flagelan tu cuerpo?
Si
en tus manos la alianza
Se
llena de fundamento.
Y
en tu sangre y en tu cuerpo
Nuestra
fe toma sentido
Por
ser Tú nuestro alimento
Pan
de Vida y fortaleza
Santísimo
Sacramento.
¿Porqué
te atan las manos
Y
te flagelan tu cuerpo?
Por
eso te sigo hablando
Consciente
de lo que siento
¿Porqué
te atan las manos
Y
el porqué de ese flagelo?
Quiero
que mi rima suene
Al
amor que te profeso.
Jesús,
no tengo palabras
Cuando
te tengo de frente
Mi
boca quiere callarse
Y
el corazón late tanto
Que
el silencio no es silente.
Que
tu cara me transporta
A
tropel de gritos fuertes
A
un decirte que te adoro
A
un ruego de mil perdones
A
un impulso de disculpas
Por
pregonar tus dolores.
Y
es que…
Mi
flagelado al salir
No
es hermandad, es plegaria
Parece
una cofradía
Y
es un revuelo de almas,
Los
nazarenos son velas
Para
ese barco de nácar…
Cuando
en Ciudad Real
Se
soñaba con su imagen
Marcharon
para Sevilla
Con
un encargo en los aires
Cuando
en esta hermandad
Esperaban
implorarte
Mandaron
su petición
A
los coros celestiales.
Y ese sueño y ese anhelo
Que
se esperaba distante
Fue
buscando con premura
Un
altar pa´cobijarte
Los
hermanos encendían
Luminarias
implorantes
Y
su Padre de los cielos
Se
acercaba para darles
Todo
el cariño y consuelo
Con
el Hijo de su Madre.
Ese
Cristo flagelado
Que
era la imagen del Padre
Iba
impregnando el aroma
Del
espíritu más grande.
En
su peana plateada
Fue
presuroso a posarse
Aquí
en Santo Tomás
Junto
a un Consuelo que es Madre.
El
Señor de la Bondad
Que
por gracia de su Padre
Apareció
entre las calles
De
su barrio aquella tarde.
Que
se quedó impregnando
A
su barrio de bondades
De
aquel regalo del cielo
Que
Fernando hizo con arte.
Que
supo anclar su deseo
En
este barrio cofrade
Calando
en los corazones
Con
su dulzura de Padre.
Golpes
de gubia labrados
Entre
aromas celestiales
Que
el cielo quiso que fueran
La
Bondad en los altares
El
regalo de una nueva
Imagen
que nos ampare
Llena
de sueños forjados
En
sus plazas y sus calles.
Cuando
aquí en Santo Tomás
Te
esperaban los altares
Mandaron
desde los cielos
Los
aromas cuaresmales
Y
ese aroma fue llenando
Las
casas y los portales
Rebosando
la bondad
Que
con tus manos repartes.
Trajeron
a Ciudad Real
Un
ajuar para mimarte
Jarras
y candelería
Por
regalos celestiales
Y
unas potencias de plata
Que
tu cabeza realcen,
Rayos
de soles grabados
Como
eternos tatuajes
En
los costeros valientes
Que
custodian tus andares
Rebosando
la bondad
Que
con tus manos repartes.
La
salvación de los cielos
Que
nos dejó aquí tu Padre
Soñó
un paso valiente
Que
se enreda por tu talle.
Y
fue marcha enamorada
Ascua
de luz cimbreante
Faja,
costal, manigueta
Reto
pa´ los capataces.
Y
fue costalero en el palo
Y
corazón anhelante
Y
devoción engarzada
En
tu cuerpo cimbreante.
Y
una esquina suspirando
Y
una plaza que se abre
Y
una voz rota y quebrada
Que
está llamando en la calle.
Y
fue culto de cuaresma
Y
pregoncillo anunciante
De
la fe que está grabada
En
tu boca suspirante.
Salida
y pregón soñado
Esplendor
en tus altares
Deleite
para sus hijos
Que
se acercan a rezarte.
Y
surcando cada calle
Recorriendo
sus esquinas
Buscando
donde quedarse
Vio
conseguido su anhelo
Cuando
a Pío doce llegaste
Este
barrio pinturero
Se
iluminó en ese instante
Las
espadañas valientes
Lanzaron
toques al aire
Y
tos´ tus hijos cofrades
Suplicaban
a su Padre
Que
llegase pa´quedarse
Y
así calmarle sus males.
To´
los cirios encendían
Sus
llamas chisporroteantes
Y
Tú pobre pregonero
Se
sonrojó vacilante
Admirando
aquel milagro
Que
el cielo hizo una tarde.
¡Ay
Señor de la Bondad!
Que
llegaste pa´quedarte
Te
trajimos a la tierra
Que
te esperaba una tarde.
¡Ay
Señor de la Bondad!
Venimos
a suplicarte
Que
te quedes con nosotros
Y
nos libres de los males.
Tu
porte de señorito
La
razón de mis afanes
Y
una nueva singladura
Para
tu amor a raudales.
Esta
tierra tan manchega
De
corazones cofrades
Te
aclamará como Padre
Y
Hermano en sus altares,
Y
te llamarán Jesús
Bondad
que regala el Padre
Para
sus crisos morenos
Y
sus querencias cabales,
Y
serás de Ciudad Real
El
resplandor en sus calles
El
faro que bien alumbra
Sus
duquelas y pesares.
¡Ay
Señor de la Bondad!
Luz
de los cielos cabales
Estandarte
del amor
Que
te rebosa a raudales
Camino
de salvación
De
la gloria de mi Padre
Y
salud de los enfermos
Que
Tú me pones delante.
Tu
Madre se maravilla
De
la bondad que repartes
Cuando
eres flagelado
Por
nuestras culpas mortales.
Tuya
será toa´ tu gente
El
miércoles por la tarde
Cuando
el barrio de Pío doce
Se
haga sudario en tu talle,
Y
tuyo será el clamor
De
este pueblo suplicante
Que
irás llenando de gloria
Cuando
lo tengas delante.
Y
si alguna vez a solas
En
tus ojos se te escape
Un
presagio de tinieblas
Al
ver tus hijos delante
Aquí
tienes el aliento
Que
yo vengo a regalarte
Como
un suspiro de sueños
Para
tus ducas mortales,
Este
suspiro es tu barrio
Repechando
en tus andares
Y
desde el palo te reza
Siempre
su mismo mensaje
Que
eres su Padre bendito
La
Bondad que bien repartes
Su
querido Padre Bueno
Que
los protege a raudales
Lirio
tronchado de pena
Eres
fuente y estandarte
De
este barrio de Pío doce
Que
te tiene como Padre.
VI.-
PROMESA NAZARENA.-
Promesa de un atribulado cofrade en un
momento de desconcierto, a ciegas y sin esperar nada a cambio lo acompaña
descalzo un miércoles santo hasta regresar al guardapasos.
Así es la fe, inexplicable, y así es
esto de sencillo, una promesa a los cielos y a caminar tras un Cristo, porque
creo que Cristo vive entre nosotros, creo en su imagen humanizada a través de
la historia, creo en las cofradías que saben mostrarnos a Dios y creo en Ti,
Moreno de Santo Tomás, Morado Lirio del jardín de Gasset, Manchego Redentor,
Soberano Fervor, Dueño Tu del sol y de la luna, Señor del Tiempo, Ciudad Real
Toda entera flagelada sobre una columna de fe.
Creo desde entonces en Ti, Padre mío,
porque humana es la vida por la arcilla, creo en Ti, Señor apoyado, maniatado y
paseado con garbo por tu magnífica cuadrilla.
Creo
en Ti porque llenas mi vacío
Tu
gobiernas poder y señorío,
Flagelada
espalda sobre tu canastilla
Creo
en ti morena seguidilla
Vencedor
de mi eterno escalofrío
Si
Tú quieres
mi
voz será tu canto
y
la ofrenda
que
en Ti se deposita
amparo
como entonces
de mi llanto.
Tu
sabes que mi fe,
te necesita
por
eso ese miércoles
tan
santo
vuelve
siempre
y
espérame
al
salir con tu cuadrilla.
¿Os
acordáis mis hermanos
Hace
ya un montón de años?
Que
me dijeron un día
Aquellos
buenos cristianos
Que
nuestro Cristo te quiere
Que
si quieres tu mimarlo.
Que
si quieres y te atreves
En
tus manos lo dejamos
Y
yo respondí que sí
Sin
saber y sin pensarlo.
Y
casi sin darnos cuenta
Pasan
veinticinco años.
¿Te
acuerdas Tú, Nazareno?
No
salías de tu barrio,
salías del guardapasos
que cobija a tus hermanos.
Y
aquella primera vez
Que
mis manos te tocaron
Fue
a golpe de cariño
Muy
cerquita de tu barrio.
¡Me
parecía mentira!
¡Creía
estar soñando!
Y
nos fuimos esa tarde
Calle
Goya hacia Alarcos.
Y
recorrimos las calles
Yo,
nervioso, Tu a mi lado.
De
vuelta, de madrugada
Con
los cuerpos ya cansados
Todos
mis temores, todos
Se
me fueron esfumando.
Y
en ese primer miércoles
Descubrí,
¡Cómo negarlo!
Junto
a Ti yo descubrí
Cosas
que no he olvidado.
Descubrí
como te quieren
Tus
hijos de hábito blanco
Y
descubrí que te quiero
Que
eres mi mejor aliado.
Y
cuando nos recogimos
Y
mirándote extasiado
¡Me
parecía mentira!
¡Creía
estar soñando!
¿Y
te acuerdas Tú, Jesús
Cuanto
y cuanto trabajamos
Por
hacer tu canastilla
Orgullo
de mis hermanos?
Porque
Tu, mi fiel amigo
Tu
mi Cristo desahuciado
No
mereces otra cosa
No
mereces más agravios
Te
mereces lo que tienes
La
dicha de haber logrado
Que
toda una juventud
Quiera
seguir a tu lado.
Y
cuando cada cuaresma
Llegábamos
por tu casa
Y
venía gente nueva
Buscando
túnica blanca,
Y
luego cada miércoles
Cuando
buenos costaleros
Se
metían bajo tus andas
¡Me
parecía mentira!
¡Poder
seguir a tus plantas!
El
año que no salimos
¡Cómo
poder olvidarlo!
Tantos
corazones rotos
Mientras
Emilio iba hablando,
Que
se quedan en su casa
Que
no podemos sacarlos
Este,
sin poder hablar
Y
todo el mundo llorando.
Pero
todo tiene premio
Todo
tiene relicario
Todo
tiene recompensa
Todo
se va superando.
Y
con el correr del tiempo
Llegó
nuestro aniversario,
¡Casi
rozamos el cielo,
Dos
veces en un solo año!
Ha
venido toa´ tu gente
Y
todos ya se han volcado
Porque
nadie pretendía
Faltar
a tu cumpleaños.
Y
hasta quisieron traerte
Muy
cerquita de tu barrio
Dieciséis
de septiembre
Pa´
cubrir tu itinerario.
Y Tú lucirás triunfante
Sobre
ese paso tallado
En
ese paso misterio
Con
tu cuerpo flagelado.
Sobre
un monte de claveles
Con
sayones y romanos
Te
presentarán al pueblo
Que
ya espera entusiasmado.
Gracias
a la generosidad
De
cofrades y de hermanos
Que
quisieron acudir
Para echarnos una mano.
Y
mi Cristo no irá solo
Se
posará sobre el suelo
Y
paseará con amor
a los sones de la banda
que también lo acompañó
el
último miércoles santo
cuando
a la calle salió.
Y
los niños que empezaron
Conmigo
hace tantos años
Siguen
con el mismo amor
Siguen
hoy junto a tu paso
Siguen
con las mismas ganas
Que
los que han ido llegando.
Y
es que son tantos, Señor
Que
es que no puedo nombrarlos
Pues
se me quiebra la voz
Tan
solo con recordarlos.
Porque
ellos son los hombres
Aquellos
niños de antaño
Que
subían hasta el cielo
En
ese paso cuadrado
Que
se tornó por amor
En
galeón repujado.
Son
con los que te venero
Y
con los que voy logrando
Que
me parezca mentira
Que
crea estar soñando.
Y
aquí y ahora te pido
A
Ti, Señor Soberano
Las
fuerzas que me hagan falta
Para
seguir a tu lado.
¡Déjame
poder seguir
Déjame
seguir gozando
Déjame
seguir contigo
Déjame
seguir soñando
Déjame
que no te deje
Y
aunque pasen muchos años
Poder
ser tu nazareno
Muy
cerquita de tu paso.
VII.-
LA MADRE DE DIOS.-
Tengo un hermano en la Flagelación que
poco a poco me fue acercando a Ella, me dio junto con sus camareras la
oportunidad de conocerla de cerca, en la intimidad tuve el honor de vestirla
muchas veces durante mis años de MIR. Me inculcó y contagió el amor que le
profesaba…
En
ese momento comprendí que sólo eres una…
Vives
en mi corazón
Palma,
Prado y Esperanza
África
te llamo yo
Y
eres Consuelo de amor
Al
llegar Semana Santa.
Yo, ni que decir tiene, tenía mi corazón
cerca de mi Cristo, eran muchos los momentos de intimidad cuando estaba en la
casa de hermandad de la calle Goya, pero cuando por fin se unieron en los
altares, los momentos fueron entrañables, cómo olvidar aquellas largas noches
de montajes de cultos.
En fin, que decirte, quiero agradecerte
que me la presentaras en la intimidad de su capilla, y llegara a descubrir a mi
Madre dedicándote estas palabras, querido amigo Alfredo…
Por
su nombre la conocen
Por
su nombre y su belleza
Porque
es la Madre Dios
Divina
Abogada Nuestra.
Porque
es la Flor de Pío doce
Que
florece en primavera
Porque
es la Reina de un barrio
Que
la adora y la respeta,
Porque
el dolor la hace guapa
Porque
Dios quiso escogerla
Para
que fuera su Madre
Por
su humildad y pureza.
La
perfección tiene un nombre
Y
hechura de gran doncella
Y
si no la conocéis
Y
si queréis conocerla
Acercaos
a su capilla
Y
allí, preguntad por Ella
Que
si buscáis a María
La
que está de gracia llena
Allí
todos la conocen
Allí
todos la veneran
Y
no la llaman María
Allí
ella es Consuelo a secas.
Tus
candelabros de cola
Tus
cirios y tus claveles
Cuentan
que eres la más bella
De
los espacios celestes
Pregón
de todo tu barrio
Donde supremos pinceles
Colorearon
tu mirada
Serena,
dulce y doliente.
Llevas
veinticinco años
Señora
de mis quereles
Bendiciendo
a tus hijos
Que
tan cerquita te tienen.
Eres
Reina del amor
Y
con mi Bondad por siempre
Estás
tan cerca y tan lejos
Que
nunca puedo tenerte
Pues
nunca pude esperarte
Como
el resto de la gente
Para
dejarme atrapar
En
el clamor de tus redes.
Mi
penitencia, Señora
Fina
espada que me hiere
Es
caminar junto a Ti
Cuando
la tarde anochece
Y
llevar un antifaz
De
pensamiento silente
Que
me acerque un poco más
A
tus hijos penitentes
Alguna
vez, Virgen mía
Mi
oscuridad penitente
Se
inundó de sinrazones
Que
llevan dudas de muerte
Las
dudas que nos enseñan
El
agüita de otras fuentes.
Las
dudas que hay que vencer
Para
estar contigo siempre
Pero
Tu, mi Madre buena
En
mi recuerdo te metes
Y
en el amor heredado
De
tantos y tantos fieles.
Y
así sigo caminando
Como
lo haré eternamente
Soñando
que Tú me esperas
Soñando
ser quien te espere
Reina
de todo Pío doce
Refugio
del sol fulgente
Vuelvo
a ver como no estás
Como
de lejos me tienes
Implorándote
el deseo
De
tu gracia permanente
De
soñar tu paraíso
Donde
te alaban por siempre
Tú
sabes bien que mi gloria
Solo
desea una suerte
Y
es la de llegar a ti
Si
así Dios me lo concede
Vistiendo
túnica blanca
Y
esperando que me enseñes
Aunque
solo sea una vez
La
paz que tus ojos tienen.
VIII.
A MIS HERMANOS QUE SE HAN IDO.-
Y quiso el Aliento de Dios suspirar
hondo desde su cielo manchego. Fue tan profundo su Espíritu, tan ronco, tan
grande en su desmedida intensidad, que su estruendo quedó grabado en todo Pío
XII.
Aquellas cuaresmas en Ciudad Real fueron
diferentes, los corazones se desalmenaban en una tristeza infinita.
Llevamos toda la vida diciéndolo al
rezar. Sabemos que será tiempo de tinieblas. Que necesitaremos hacer acopio de
toda la fe madurada durante los años que Dios haya tenido a bien regalarnos.
Pero la última súplica del Avemaría, “Ruega por nosotros pecadores, ahora y en
la hora de nuestra muerte”, repetida una y mil veces, será elevada desde
nuestros labios hasta tu altar eterno apenas nuestra luz comience a declinar y
necesitemos más que nunca tu auxilio como Madre y Señora de tus hijos desconsolados.
Y vosotros, amantes devotos de Ella, que habéis superado dolores, angustias, decepciones, pero también habéis visto brillar la luz de la alegría, recordad que cuando os llame Dios por medio del destino, habrá una Madre junto a vuestro lecho que os regalará toda la Esperanza que cabe en el mundo, y que por sus mejillas caerá, aunque nadie pueda verla, una lágrima por tu último suspiro.
Invoca entonces su nombre, siente tu
medalla en el pecho, porque de su mano cruzarás por última vez el triunfal cortejo
de la carrera oficial de tu vida y te acogerá en sus manos en la gloria junto
al Padre Eterno.
A la memoria de Juan Carlos y Marcelino,
hermanos que llegaron al seno de la Hermandad junto con Nuestros Sagrados
Titulares y prematuramente realizaron su Entrada Triunfal en la Jerusalén
Celestial...
Cuentan
que San Pedro estaba
Cuidando
el cielo una tarde
Sentado
en sillón de nubes
Sacando
brillo a sus llaves
En
la puerta de las almas
Canturreaban
los ángeles
Rubios
como las candelas
Ceniza
y plata sus trajes,
Era
una tarde tranquila,
Pues
no había llegado nadie
Y
una esencia de jazmines
Coloreaba
los aires,
De
repente y entre brillos
Se
vio la sombra de alguien
Que
llegaba al paraíso
Buscando
santo hospedaje.
San
Pedro los vio venir
Puso
cara de importante
Y
se ajustó sobre el pecho
Su
ropón color granate,
¡Bienvenido
seas al cielo
Nada
temas, no te alarmes!
Y
relléname estos folios
Que
debo matricularte.
¿Cómo
se llama, hermano?
Yo,
mire usted, Marcelino.
Y
Juan Carlos mi compadre,
Somos
dos hermanos buenos
De
Bondad, como Nuestro Padre.
¿Cómo
que sois de Bondad?
¿Qué
nombre es ese, de ángel?
San
Pedro miró pa’rriba,
Les
miró tó’ su semblante
Y
dijo, está bien, hermano
De
la Bondad por tu Padre.
¿Cuéntame,
de dónde vienen?
De
Ciudad Real, Santo Padre.
¿De
Ciudad Real, la manchega
En
la que Prado es mi Madre?
Sí
Señor, de Ciudad Real somos,
Donde
el sol renace un día
Cuando
ÉL viene por delante
Cada
vez que la alegría
Le
gana el pulso a los males.
Cuando
vayáis para arriba
Que
os guarde Dios para siempre
De
maldades y mentiras
Que
os guarde siempre en el Reino
De
la Paz y de la Vida,
Donde
ganáis con esfuerzo
Ese
pan de cada día.
Pasaréis
a la otra vida
Cruzando
la calle Larga
Que
desemboca en sus ojos
Puros
como la albahaca
Dejaréis
atrás las penas
Y
las penumbras amargas
Que
te hicieron ver la niebla
Con
guardabrisas de plata
Mira
la estrella lejana
Que
brilla por la muralla
Como
los ojos benditos
Con
que Consuelo miraba
Aferraos a su memoria
Buscad
la luz de su cara
Y
llamad la que es la nave
Y
fue siempre Capitana
Cruzad
el río de la vida
Y
veréis a la llegada
Que
allí se encuentra la Virgen
Media
luna y saya blanca
Sobre
un palio de fervores
Que
los varales enmarcan
Señor,
que aquella tu Luz
Nunca
falte en la semilla
De
aquel que siembra y recoge
Plegarias
en tu capilla,
Y
no te olvides, Señor
De
llevarlos de la mano
De
enseñarles el camino
Que
estos humildes Hermanos
Cuando
les llegue la hora
Como
cofrades cristianos
Griten
a los cuatro vientos
¡Dios
mío, qué orgullo siento
Porque
soy un nazareno
Que
va directo pal’cielo!
Y
por eso con desvelo
Guarda
estos hombres buenos
Que
al llegar la primavera
Fueron
blancos nazarenos
Que
acompañaron con cirios
A
su Cristo con cariño.
Por
eso dice San Pedro
Con
to’ la esencia del arte
Que
suban ya con sus alas
Ascendiendo
por los aires
Y
por eso mis amigos
De
la mano de su Madre
Hoy
tienen un sitio en la gloria
A
la derecha del Padre.
IX.-
LA SALIDA.-
Y todo esto seguirá ocurriendo cada
inicio de la primavera y nos impregnará el alma de muchos y buenos recuerdos
todo el año, ya que cuando sale el pertiguero rodeado de ciriales y va
anunciando con gracia que Dios ya sale a la calle, se ve entre la penumbra una
columna que es soporte firme y seguro de Dios Todopoderoso…
El nos bendice con arte con la luz de su
mirada y retira con sus manos la soga de nuestras almas…
Y el alma henchida. Cofradía de plazuela
y parque, de caramelos y bullicio de niños. Cofradía de tarde y abuelos,
cofradía de tarde de sueños cumplidos. Y día grande de barrio y hermandad.
Cofradía de largos días de espera refugiados en la casa de hermandad, en las
calles y en el guardapasos, que esa tarde abra sus postigos para dejar volar
una vetusta mirada, que, entre la penumbra busca la paz de sus ojos dulces y
serenos y sus manos delicadas.
Para entender esto hay que imaginarse en
la tarde del miércoles de la semana más corta del año, aquella que tanto tarda
en llegar y que tan pronto se nos escapa entre los dedos del sentimiento.
Porque es una jornada de contrastes, de
reencuentros, de capirotes blancos y sandalias negras, de cíngulos y rosarios,
de elegancia nazarena.
Y así llegaréis a impregnaros de una
plena seriedad. Porque todo esto es muy serio. Y esto se sabe bien aquí. Aquí
con esto no se juega. Porque en esta hermandad se toman las cosas tan en serio
que, hasta del inocente juego de unos niños agarrados firmemente a sus cirios
tras la Cruz de Guía, se sabe que nació este maravilloso sueño blanco del
miércoles santo…
Llegando
el miércoles santo
Mi
Cristo sale a la calle
Flagelado
y maniatado.
Va
derramando Bondad
Por
donde quiera que pasa
Y
bendice la ciudad
Al
llegar Semana Santa.
Mis
hermanos cuentan ya
Las
horas para salir
Y
derramar bendiciones
Del
capirote al fajín
Ese
fajín colorao
Que
se tiñe sin querer
Con
las gotas que derrama
Su
espalda el flagelo cruel.
¡Ay
Señor de la Bondad
Que
señorío sobre el paso
Y
que humilde tu vas
Seguido
por tu caballo!
Tus
hermanos te acompañan
En
un cortejo sin fin
Que
del guardapasos sale
Y
llegan a Camarín.
Allí
la Reina del Prado
Se
asoma para gozar
Viendo
como su Hijo Santo
Viene
y va en la revirá.
Te
acercas pasito a paso
Gateando
o de costero
Y
tu Madre te acompaña
Dándonos
todo el Consuelo.
El
consuelo de sus ojos
Y
sus manos que nos cuidan
Y
protegen de los males
To´
al que sus plantas se inclina.
Al
llegar a la Merced
Ya
te espera la ciudad
Para
contemplar con fe
Tu
soberbio itinerar.
Ay,
Señor de la Bondad
Que
humildad y que señorío
Vas
derrochando al pasar
Escoltado
por tus hijos.
No
tendremos que esperar
Que
llegue el miércoles santo
Para
verte pasear
Mecido
sobre el canasto,
Pues
el sábado que viene
Te
podremos contemplar
Flagelado
y maniatado
En
ese barco sin par
Que
es tu paso de misterio
Que
tendremos que acabar
Para
que luzcas soberbio
Derrochando
tu Bondad.
Al
llegar el miércoles santo
Volverás
a pasear
Pero
ya tu Madre buena
Si
te podrá acompañar
Será
veintiocho de marzo
Y
te podrán contemplar
Todo
este pueblo manchego
Que
te aclama por igual
Que
te quiere como un Padre
O
un Hermano de Bondad
Que
mira siempre por ellos
Cuando
está en Santo Tomás.
Llegarás
a Santiago
Y
te podrán saludar
La
Virgen de los Dolores
Y
el Cristo la Caridad.
Y
en frente, en el convento
Las
hermanas cantarán
Las
canciones de Sor Ángela
Y
en su puerta pararás.
Pararás
pa´ que te recen
Y
admiren la Bondad
Que
derramas por la plaza
Y
que ellas repartirán
En
cada casa que velan
Los
ancianos, sin faltar
Cuidando
también sus niñas
Alegrándote
al pasar
Con
sus cantos y alabanzas
Chicotá
tras chicotá
Te
irás poquito a poco
Dejando
el convento, ya
Embebido
en tu hermosura
Rebosante
de Bondad.
Y
las hijas de Angelita
Esperarán
pa´ rezar
A
tu Madre del Consuelo
Llegando
la madrugá.
Esa
madrugá del jueves
Cuando
de vuelta Tú irás
Buscando
ya las Terreras
En
tu largo itinerar
Y
de costero a costero
Y
volviendo a rachear
Tu
paso se irá acercando
Buscando
ya su final
Recogido
el guardapasos
Para
volver a soñar
Para
volver a soñar
Con
todo un año de espera
Y
poderte contemplar
Rodeado
de la marea
Que
te espera ver pasar
Bendiciéndole
las calles
Y
derrochando bondad.
X.
EPÍLOGO. –
Ahora, Hermanos, ya cercano al final del
pregón sólo me queda pediros disculpas por haber tenido la osadía de
presentarme ante vosotros con la vieja túnica de mis recuerdos y el fajín
gastado de mis emociones.
Proclamar en voz alta el privilegio de
haber sido hermano durante años y dar gracias a Dios por haberme regalado la
posibilidad de vivir..., eso que se vive enfundado en una túnica. Maravilloso e
inexplicable, para quien ha tenido la suerte de sentir en su piel esos momentos
de cansancio y gloria, se hace difícil asumir que hay que esperar un año para
volver a sentir la gloria entre nosotros. Porque es cierto que cada cuaresma
vuelves a escuchar en tus sueños los gritos de tu túnica; y parece que puedes
hablar con ella, hasta que al final recuperas la cordura, y la razón y el
corazón vuelven cada uno a su sitio. Y, entonces, Virgen Bendita del Consuelo
es cuando vuelvo los ojos a TI para agradecerte los años vividos junto a tu
persona. Y para agradecerte también que ya no pueda estarlo, pero sí tenerte
presente en los momentos más importantes del año cofrade.
Vuelvo los ojos a Ti, Virgen Bendita del
Consuelo, como lo hago ahora al final de este pregón para agradecerte que me
hayas dado palabras para exaltarte. Vuelvo los ojos a Ti, como lo hago siempre,
para agradecerte todo, mi vieja medalla, mi túnica blanca, el ejemplo de mis
padres, el apoyo fiel y constante de Beatriz, mis niños, por Dios, mis
niños..., mis torpes versos, mi voz quebrada. Vuelvo mis ojos a TI, Virgen
Bendita del Consuelo porque sé que mientras pueda mirarte no me faltará la Luz,
y mientras Tú me mires, de alguna manera seguiré estando contigo...
Que
no me falte, Señora
La
Luz de tus ojos vivos
Ni
el fuego de tu mirada
Ni
tú consuelo Bendito,
Ni
el amor que hay en tus manos
Y
en tus lágrimas de vidrio.
Que
no me falte, Señora
Ni
tu aliento, ni tus mimos
Que
no hay sendero que ande
Si
Tú no vienes conmigo.
Yo
a cambio quiero ofrecerte
Este
trabajo sencillo
Este
pregón flagelado
Que
a la postre sólo ha sido
Un
trozo del corazón
Un
soplo de llanto escrito
De
este nazareno viejo
Que
no puede estar contigo.
Más
te seguiré teniendo
Porque
hay múltiples caminos
En
el dolor de mis manos
En
la ilusión de mis hijos
En
la fuerza del cofrade
En
lo incierto del destino,
En
mi capirote blanco
En
el sendero indeciso
En
la alegría de la vida,
En
el llanto contenido,
En
mi trabajo diario
Y
en tu saya de oro fino,
En
lo bueno y en lo malo
En
lo humano y lo divino.
Si
no me llevas contigo?
¿A
dónde voy Madre Mía,
Si
sin TI soy como un niño
Al
que hace falta una mano
Para
dar unos pasitos?
Puedes
tener por seguro
Que
aunque no viva contigo
Te
llevo en el corazón
Porque
aquel que ya lo ha sido
Sigue
siendo flagelado
Hasta
el final del camino.
...Ya
pasaron los minutos
Por
este atril que desgarra
Y
dejé delante tuya
Lo
mejor de mis plegarias…
No
te apartes de mi lado
No
me mires con recelo
Mira
por mi, Madre mía
Desde
el balcón de los cielos
Que
bien yo aprendí que eres
De
los males de los niños
La
más hermosa enfermera
Junto
a mi Madre de mi alma
Camina
mi vida entera
Que
ya mis Avemarías
Sólo
por Consuelo rezan
Soy
tan de tu amor bendito
Que
mis notas romanceras
Se
visten de nazareno
Cuando
recito poemas
Tu
eres mi Madre, consuelo
La
que por siempre me espera
La
que media en mis pecados
La
que me da nuevas fuerzas
La
que va en mis ilusiones
La
que guardo en la cartera
La
que trabaja conmigo
La
que está siempre a mi vera
La
que ha estado en mi pregón
La
que siempre estará cerca
Y
algún día Virgen mía
Ojala
Dios no lo quiera
De
tu nombre me alejase
Y
de tu nombre me fuera
Sino
volviera a mirarte
Y
a rezarte no volviera
Yo
te suplico Consuelo
No
me lo tengas en cuenta.
No
te apartes de mi lado
No
me vuelvas la cabeza
Arrópame
suavemente
Con
tu manto de princesa
Y
despacio, muy despacio
Vuelve
a llevarme a tu puerta
Porque
allí quiero quedarme
Hasta
que falten mis fuerzas
Hasta
que tu Hijo disponga
Que
me vaya de esta tierra.
Y
cuando parta, Señora
Sólo
una cosa quisiera
Que
me lleven junto a Ti
Porque
aunque verte no pueda
Quisiera
verte en el cielo
Quien
tanto te amó en la tierra
Llevadme
ante mi Consuelo
Y
en la capilla pequeña
Entonarle
las plegarias
A
la Reina de esta tierra
Llevadme
ante mi Consuelo
Y
aunque mi carne esté muerta
Vestidme
de nazareno
Cuando
traspase sus puertas
Gritaré
ante mis despojos
Muy
cerquita de tu vera
Bendita
sea mi Consuelo
En
los cielos y en la tierra.
Hermanos de la Flagelación, seguid
cumpliendo vuestro sueño, nunca tiréis la toalla si se os cierran las puertas,
sabed que vivimos tiempos difíciles y no está bien visto ser cristianos y mucho
menos cofrades, nunca abandonéis vuestro cofrade empeño. Seguid reforzando la
gran familia y vuestra ilusión cofrade, repartid esta tradición de padres a
hijos, de abuelos a nietos, sed generosos con la fe que se os ha regalado.
Estamos de enhorabuena, otros
veinticinco abriles vienen llamando a la puerta. Es hora de darnos un abrazo de
felicitación, porque es un orgullo y una satisfacción vivir estos momentos
rodeados de los nuestros.
Todo se va cumpliendo, los cirios parpadean con una luz renovada. Te espera Ciudad Real ya, Señor de mis sentimientos. Te espera para admirarte, para empaparse de tu evangelio, para rezarte y aclamarte en su alma...
Haz de nosotros tu imagen y semejanza,
haznos cofrades capaces de decirle al futuro, que sigues existiendo, haz de
esta hermandad la roca firme donde se edifique el templo de tu Espíritu por
siempre.
Señor
TÚ lo has sido todo
Desde
el momento primero
El
por qué de mi existencia
El
sentir del nazareno.
Has
crecido con mis ansias
Con
mi orgullo, con mis ruegos,
Pero
siempre por delante,
Siendo
el camino certero.
Primer
punto de partida
Primer
amor cofradiero
Devoción
que se ha forjado
En
el Divino Mortero
Donde
se funden las penas
Por
el amor verdadero...
Tu
verdad, Señor de mi alma,
La
verdad del costalero
Que
sin nombre ni apellidos
Por
los años de lo eterno
Han
cargado con tu esencia
Defendiendo
ese evangelio,
De
pasión y atardecida
De
oraciones y de rezos,
A
los pies de tu capilla,
Compartiendo
algún secreto,
Hablándote
sin temor
Señor
de Bondad y Consuelo
Como
el que habla a su Padre
En
un abrazo perpetuo.
Todos
han sido valientes
Padre
bendito del pueblo
Han
proclamado su fe
Que
es el amor de tu encuentro,
Por
Ti han luchado sin tregua
Han
batallado el sustento
De
la razón de la vida
Alfa,
Omega, y Dulce Encuentro.
No
dudaron en tu nombre
Ni
negaron como Pedro,
La
voz de sus corazones
Gritando
a los cuatro vientos:
Ciudad
Real es mi tierra
Soy
de la Bondad y Consuelo.
No
acabarán con tu nombre
Señor
de mis sentimientos
Tu
poder se hace más fuerte
Cada
vez que un padrenuestro
Se
posa entre las astillas
Que
van formando tu cuerpo.
Esos
labios que te rezan,
Con
el calor de un Te Quiero
Son
los que van desplegando
Las
velas de tu velero
El
amor que nos regalas
Sigue
siendo aquel perpetuo
Que
a cambio de una sonrisa
Abre
puertas y universos
Con
la gloria enarbolada
Sin
rencores y sin miedos.
Por
los siglos de los siglos
Van
tus manos sin remedio
Enseñando
el paraíso
A
quien te sale al encuentro.
Qué
bendición para el alma
Venga
a nosotros tu reino
Siendo
hijos de la historia
Que
te llevó en sus adentros
Con
un valor que no cabe
En
lo inmenso de tu templo.
Ese
valor que se mide
Sin
la medida del tiempo
Aquel
sin hacer ruido
Que
va minando en ejemplos
De
caridad compartida
De
consuelo y alimento.
Señor
de mis sentimientos
Orgullosos
de su nombre
Levantando
con esfuerzo
Con
esa pasión cofrade
Que
ya no tiene remedio
Cuando
se escapa en los labios
Las
letras del Padrenuestro.
Qué
bendición para el alma
Ser
hermano en tu misterio
Quererte
con valentía
Y
defenderte sin miedo.
Qué
bendición para el alma
Ser
de la Bondad y Consuelo
Con
ÉL se escribe la historia
Del
corazón de este pueblo
Separarlos
no es posible
Van
de la mano sus centros
Por
eso rezan dos veces
Por
eso claman sus templos
Por
eso rugen las olas
Acordes
de amor eterno.
Señor
de amores vencidos
Forjados
a fuego lento
Devoción
de caridades
Mendigando
aquel sustento
Del
que se bebe las ducas
De
los hijos de su pueblo.
Ay
Padre de eternidades
Predicando
en el desierto
Qué
bien responden tus penas
Al
dolor de mis tormentos.
Qué
bendición para el alma
El
bautismo de tu acento
Ese
amor que nos regalas
Al
calor de tu misterio
Cobijando
gloria pura
Hasta
el fondo de los huesos
Qué
bendición para el alma
Ser
de la Bondad y Consuelo.
Den
o no las diez en punto
En
los relojes del tiempo...
Este
amor va más allá
De
lo que cuenten los viejos
De
lo que digan los años
Esperando
por tu pueblo.
Y
no hay mejor bendición
Ni
camino más certero
Que
aquel que lleva a la gloria
Galopando
los senderos
Fundiendo
a coro las penas
Con
aquel Verbo Primero.
Ese
que dice su nombre
Ese
que clama a los cielos
Y
es cristiano y es cofrade
De
la Bondad y el Consuelo.
Y
es que ya lo sabes Padre que…
Que
no te lo quita nadie
Porque
tienes Tú, Señor
La
vida de Ciudad Real
Bien
ceñida de tu talle.
Eres
la Luz de la Villa
De
su Prado y de sus calles
Y
la alegría del cielo
Cuando
les curas sus males.
¡Y
eso, Jesús Padre Bueno
Ya
no te lo quita nadie!
Que
no te lo quita nadie
La
gracia de las abuelas
Cuando
vienen tempranito
Para
en silencio rezarte.
Que
no te lo quita nadie
Los
pétalos que florecen
En
ese paso de arte
Y
en el mecío de tus andas,
Crujío
de cabotajes.
Que
no te lo quita nadie
La
multitud fervorosa
Que
espera pa´ venerarte.
La
noche y la madrugada
Los
amaneceres malvas
Entre
besos de azahares
El
pelo enredao en tu cara
Cuando
vienes, ¡qué locura!
Pasando
por la Merced
En
la tarde que renace.
Que
no te lo quita nadie
Jesús
Bueno de mi alma
Las
velas siempre encendidas
Arrimadas
a tu talle.
Tantas
flores ofrendadas
Y
esos pies ya gastaitos
De
besarte y de besarte.
Que
no te lo quita nadie
El
amor de tus cofrades
Cofrades
de toa´ la vida
Trabajando,
siempre en vela
Para
tenerte y cuidarte.
Que
no te lo quita nadie
Que,
aunque no lo reconozcan
Todos,
la Villa entera
Cofrades
y no cofrades
Nativos
y forasteros
Y
el mundo que aquí viniera
Y,
con solo contemplarte
Te
reconocen, señor
Vencedor
de las duquelas
Legendario
baluarte
Y,
aun mucho más que eso
Si
que no te quita nadie
Haber
calmado las aguas
Multiplicando
los panes
Y
curando a tantos ciegos
Que
no querían mirarte.
Por
eso, por todo eso
Por
fin la Villa proclama
Y
lo dejo por escrito
Pa´que
no lo olvide nadie
Que
Tu eres, Padre Bueno
El
puntal que nos sostiene
El
aire de nuestro aire
El
perfume de la vida
Y
el hombre más soberano
Tú.
Más manchego que nadie.
Tú
eres mi Padre Bueno
Precursor
del mundo entero
Nuestro
Hermano y Nuestro Padre
El
Señor y buen manchego.
¡El
Señor y buen manchego
Y
eso ya, Lirio del cielo
Eso,
Jesús, Padre Bueno
Ya
no te lo quita nadie!
Por
ti, Señor de Bondad
Que
me llevas de la mano
Y
me trajiste a tu tierra
Para
poder pregonar
Tu
onomástica sin pena
¡Despierta,
Ciudad Real!
El
Espíritu de Dios
Te
ha cubierto con su huella
Ahora
tienes que ser Tú
La
que pregone de veras
Preparando
bien tus calles
Para
acoger su realeza
Porque
el sábado que viene
Volverá
la primavera.
Y
sin más ya me despido
No
me salen más poemas
Tan
solo quiero decirte
Que
yo me quedo a tu vera.
Agarrado
a tu columna
De
tus plantas me despido
No
permitas que tu pueblo
Caiga
nunca en el olvido
Permite
que esta hermandad
En
la que tienes tu nido
Sea
fuente de salvación
Para
este pueblo escogido.
Con
que verdad tus cofrades
Te
acertaron a llamar,
Tú
que bajaste a este mundo
Por
salvar la humanidad
Y
redimir con tu cruz
Y
protegernos del mal
Que
sanaste a los enfermos
Que
multiplicaste el pan
Predicaste
tu mensaje
De
amor, de luz y de paz
Tú,
que tu cuerpo y tu sangre
Ofreces
al comulgar…
Tú
que nos diste a tu Madre
Desde
el leño del madero
Ella
que guía nuestros pasos
Reina
de tierra y del cielo
La
que alienta nuestras vidas
La
que atiende nuestros ruegos
La
que sabe los secretos
Y
todos nuestros anhelos
La
que enjuga nuestras penas
Con
su amor, dulce pañuelo
Y
con razón la llamaron
Nuestra
Madre del Consuelo.
Consuelo
de nuestras vidas
Consuelo
de la verdad
Consuelo
de nuestras almas
Consuelo
de Ciudad Real,
Hace
veinticinco años
Nos
quisiste regalar
Un
Cristo que nos protege
Maniatado
en el altar.
Y
es que…
Eres
Hijo de una Rosa
Que
es Consuelo de mi alma
Eres
el agua Bendita
Que
purifica las almas
Eres
la vela encendida
Que
nunca se nos apaga
Eres
refugio seguro
Aunque
los cielos se abran
Eres
el verso perfecto
Donde
riman las plegarias
Eres
eco de una fragua
Hecho
de saetas gitanas.
Eres
viejo pergamino
Donde
rubrica la gracia
Eres
puro sentimiento
Guardaito
en una estampa
Eres
timón de mi nave
Llena
de sal plateada
Eres
la vida que nace
Cuando
la vida se acaba
Eres
norte y eres sur
De
mi Madre Soberana
Eres
dueño de mi gente
Sus
promesas y plegarias.
Eres
bullicio del miércoles
Cuando
doblan las campanas
Eres
sabor a canela
Cuando
besamos tus plantas.
Eres
barroco suspiro
Cuando
por Terreras pasas
Eres
mecío de arte
Sobre
tu trono que avanza.
Eres
música gloriosa
En
partituras sagradas
Y
quien da luz a mis ojos
Cada
día por la mañana.
Y
eres Tú, porque lo eres
Lo
mejor de nuestra casa
Y
eres la imagen de Dios
Cuando
tu pueblo te aclama
Eres
mi Cristo triunfante
Padre
Bueno de mi alma
Pues
con pronunciar Bondad
Sobran
todas las palabras.
He
dicho.