viernes, 2 de noviembre de 2018

VESTIR A LA VIRGEN DE NEGRO EN NOVIEMBRE


Virgen de las Lágrimas que preside la entrada de nuestra Casa de Hermandad vestida de luto

Si estos días visitamos los distintos templos de nuestra ciudad nos llamará la atención el ver a las imágenes de la Santísima Virgen, dolorosas titulares de Hermandades y Cofradías, vestidas todo de negro. El luto es la expresión medianamente formalizada de responder a la muerte, es decir, la muestra externa de los sentimientos de pena y duelo ante el fallecimiento de un ser querido. En los países occidentales, esto incluye los entierros, las esquelas y ropa de luto, entre otros. En Europa continental la costumbre de llevar ropa negra sin adornos en señal de luto se remonta al menos al Imperio Romano, cuando la toga pulla hecha de lana de color oscuro se vestía durante los periodos de luto. Durante la Edad Media y el Renacimiento, las ropas propias del luto se llevaban por pérdidas personales y también generales.

Dos costumbres destacan en la vida cofrade durante el mes de noviembre: una más antigua como es la celebración de misas en sufragio de los hermanos difuntos, y otra más reciente el vestir de negro a sus dolorosas, una costumbre que en los últimos años ha tomado gran protagonismo llegando incluso a las hermandades de gloria que también intentan, en algunas y no en todas, presentar a su imagen titular de forma más sobria y con colores más oscuros con el fin de hacer presente a sus fieles difuntos.


Hay que tener presente que las dolorosas suelen adaptar a sus atuendos los colores de la liturgia. Antes del concilio Vaticano II se podían usar mas colores, cosa que los vestidores siguen aprovechando en nuestros días. En la actualidad desde el concilio Vaticano II se usa el morado como color litúrgico, aunque el uso de ornamentos negros no se ha prohibido y sigue siendo opcional.

Con respecto a los colores de las vestimentas de las dolorosas no hay unas directrices fijas determinadas y tiene mucha variabilidad, según funciones, culto, salida o característica particular. En líneas generales podemos decir lo siguiente: La Cuaresma es un tiempo de penitencia en que a la imagen se viste de hebrea despojándose de sus atributos reales, con la intención de dar más protagonismo a Cristo, adaptándose también de esta forma a la propia sobriedad litúrgica que impone la Cuaresma. Para los tiempos de Pascuas, Resurrección y Navidad, tiempos de glorias, se utilizan colores claros. Últimamente también viene influyendo algunas festividades del calendario festivo mariano, tales como el de la Virgen de la Candelaria en febrero para el color rojo o el de la Inmaculada en diciembre para el azul y blanco. El morado sigue siendo el color penitencial por antonomasia.


Todo esto es solo un pequeño resumen para entender esos cambios de atuendos que vemos en las imágenes devocionales, especialmente en las dolorosas ya que las imágenes de gloria que pertenecen a órdenes religiosas visten con sus hábitos correspondientes.

En las cofradías nada es improvisado, siguen un canon simbólico heredado del arte barroco, no es solo gusto de vestidores y camareras, que se limitan a reflejar su impronta, sino que todo tiene un porqué, un porqué que forma parte de ese rico patrimonio inmaterial del que es depositario nuestras corporaciones penitenciales.

Cada noviembre, y en ese negro de los terciopelos o damascos que cubren estos días a nuestras dolorosas, están más presente que nunca esos hermanos que ya se fueron y son parte importante de la grandeza de nuestra Semana Santa. Una llamada para orar por ellos y de que su recuerdo siga presente entre nosotros.