miércoles, 3 de junio de 2015

UN SUSPIRO DE VEINTICINCO PRIMAVERAS



Siempre nos habían hablado de lo efímero de la belleza, de lo inexorable del paso del tiempo, que todo lo arrastra hacia la caducidad y el ocaso… Ese tempus fugit del barroco que como una norma inexorable todo lo hostiga…

Siempre, también, nos habían hablado de tantas leyes irrefutables sobre el devenir de las cosas, y yo, ahora, detenido ante Ti, ante tu belleza inalterable, compruebo que, como en tantas ocasiones, nada en esta vida es absoluto y definitivo.

Lo absoluto y lo definitivo nos llegará… pero en esta vida, Tu te alzas contra los códigos del tiempo y del espacio para decirle a nuestros días que aún existe lo inalterablemente bello, lo bueno, la verdad imperecedera que se resume en el suspiro de Tus labios.

No puede el tiempo con Tu belleza, ya existente antes incluso de Tu presencia entre nosotros, Tu hermosura ya vivía allí donde te soñábamos, en la brisa fresca del estío, en el aroma fresco de las rosas, en la luz nueva de la mañana… Y un día, sin saber apenas como, pudimos contemplar todas las virtudes resumidas en el brillo de Tus ojos.

Quisimos regalarte un Nombre, y no nos dimos cuenta que éste ya colgaba del tacto de Tus Manos. El amor se nos quedaba pequeño en las preseas que te coronaban, los terciopelos que te cubrían y las flores que se ponían a tus pies, y no nos percatábamos que todo se dignificaba en Tu presencia, que en nada se estimaban esos presentes, sino fuera porque Tu amor, y no el nuestro, era el que convertía las ofrendas en alianzas que juraban amor eterno.

Y hoy, queremos contar Tus años, sin darnos cuenta de Tu presencia intemporal entre nosotros. Más allá, diríamos que contamos nuestro tiempo contigo, sin percatarnos tampoco de que nuestra contingencia sólo queda superada por Tu amor…

A veces las flores duran más de una primavera. A veces, la primavera dura más de una estación. A veces el tiempo se detiene y en un suspiro pasan veinticinco años…

Celebramos entonces un suspiro, pero que suspiro… Un suspiro de brisas, de luz, de flores, de tactos aterciopelados y brillos de nácar y de miel. Un suspiro en los que están y en los que parecieron marcharse y en realidad se acercaron a Tu presencia plena. Un suspiro de los que llegaron, un suspiro que empieza a contar generaciones de fe, un suspiro que alivia nuestras miserias, que alienta nuestros trabajos, que roza lo más íntimo del ser  de cada uno de nosotros… Un suspiro en ocho letras que marca el devenir de nuestros días. Un suspiro que nace y no muere nunca, porque como dijo el poeta: “el amor, si es verdadero no tiene edad, siempre está naciendo…”.

Que nunca te falte nuestro amor, porque en esta primavera de la vida, sabemos que el Tuyo, nunca nos faltará a nosotros, aunque sólo sea en un suspiro, aunque sólo sea en una primavera que dura ya veinticinco años…

Siempre tuyo, Consuelo…

Miguel Barba Ortiz (Ciudad Real Cofrade 2015)