A
MIS PADRES JULIO Y ANA POR TODO.
A
MI TIA ADELA POR SU TESTIMONIO,
A
D. ANTONIO VERGARA, PÁRROCO DEL ESPIRÍTU SANTO DE MAIRENA DEL ALJARAFE,
A
OLVIDO,
A
TODAS LAS PERSONAS QUE COLABAMOS DE MANERA ESPECIAL PARA EL GLORIOSO MAYO,
EPECIALMENTE A MIS AMIGOS FRANCISCO JAVIER MOYANO, RAÚL Y ANTONIO TERCERO,
Y
A TI, QUE NUNCA ME ABANDONAS Y TANTO ME AYUDAS, DOY LAS GRACIAS A DIOS POR
HABERTE CONOCIDO Y PIDO POR TI TODOS LOS DÍAS,
“La
que viene a mi memoria
Es
una historia de amor
Estando
amando al amado
Atención
al interior
Que
quiere abrirse esta tarde
Y
cantar en el pregón
Como
comienza este viaje
Loado
seas Señor.
En
todo amar y servir
Y
la sal que da sabor
Como
los capirotes altos
Que
anuncian que ya llegó
El
miércoles anhelado
Que
empieza a darle color
Al
asfalto de las calles
Que
Ciudad Real dibujó
Para
nuestros sinsabores
Para
nuestro corazón
Que
el médico de las almas
Viene
como un pescador
En
la barca que es su altar
Y
que su hermandad le dio
Para
que navegue en las aguas
Y
al pasaje dio candor
Y
por la plaza de Santiago
Con
los ángeles de Dios.
La
que viene a mi memoria
Es
una historia de amor
Que
solo contarla tú sabes,
Que
fuiste mi bendición
Con
tus cinco lagrimitas
Con
tu singular olor
Que
con nardos y violetas
Perfumas
al mismo sol
Que
amanece en noche oscura
Arrebatado
del calor
En
mi singular columna
Buscando
la curación
De
los males corporales
Y de mi tribulación
Cuando
siento los flagelos
De
la lengua y del rencor
De
la envidia que es dañina
La
mentira y la traición.
La
que viene a mi memoria
Es
una historia de amor
Que
habla de parque y mayo
De
mi pequeña oración,
De
canciones y de canto,
De
palillos y tambor,
Del
rosario matutino
De
hospitales y de flor
Que
florecen al Consuelo
Y
a esa Bondad de Dios
Que
pronunció mi nombre
Del
pueblo guía y pastor
Estando
siempre conmigo
Nunca
de mí se olvidó
Y
la Bondad Soberana
Y
Consuelo, Consolación
La
que riega con sus lágrimas
Para
que el prado de frescor
A
ese glorioso Agosto
Que
nos da tanto calor.
Por
eso…
La
que viene a mi memoria
Es
una historia de amor
La
sangre que se derrama
Por
nuestra Redención,
La
Bondad que siempre está amando
Y
amor Él nunca encontró
No
viendo el amor que nos tiene
Desde
el momento que se encarnó
Y
miramos a muchos rostros
Buscando
consolación
El
egoísmo y el narcisismo
En
nuestro corazón posó
Y
viendo el Amor tan grande
Preferimos
el dolor
De
una vida casi vacía
Que
nos aleja de Dios
Y
de la felicidad bella y tangible
Que
nos regala el Señor.
La
que viene a mi memoria
Es
una historia de amor
De
varales y de incienso
De
llameante carbón,
De
le cera que se funde
Del
vestido del sayón
Del
candelabro de cola
De
la cruz y del farol
Y
de tu candelería
A
golpe de llamador
Y
de la soga que ata
Al
Divino Redentor
Y
del manto que nos acoge
Y
del fanal que es un primor.
De
tu siempre camarera
Que
el alfiler te pinchó
Al
encaje de bolillos
Que
acaricia y engalana
A
la misma Madre de Dios.
De
oro es tu corona
Que
el orfebre te labró
Y
las potencias de plata
Que
lleva nuestro Salvador.
La
peana de la Reina
Y
el pañuelo que bordo
Las
lágrimas de su hijo
Que
a su amparo se acogió
Y
el Rosario que balancea
Y
la barca que no naufragó
A
pesar de las corrientes
Sin remos no le dejó.
Y
en esta singular historia
Que
arranca este pregón
Que
nadie pregunte él porque
Del
sentido, de la emoción,
De
los nervios y de mi llanto,
De
mi sonrisa y de mi ilusión
Ya
que a la memoria viene
Una
preciosa historia de amor”
Saludos:
Estimado
Señor cura párroco de Santo Tomás de Villanueva D. Antonio, hermano mío.
Estimado
D. Francisco del Campo, Canónigo de la Catedral de la Ciudad y predicador del
quinario de nuestro titular, hermano mío,
Señor
Hermano Mayor y miembros de la Junta de gobierno de la Ilustre, humilde y
fervorosa Hermandad y cofradía de Nazarenos de la Flagelación de Nuestro Padre
Jesús de la Bondad y María Santísima del Consuelo,
Hermanos
Mayores de diferentes Hermandades,
Autoridades
presentes,
Queridos
hermanos y hermanas:
Todo
tiene su momento. Aunque queramos mover las agujas del reloj para un lado o
para otro o incluso detenerlas, aunque queramos adueñarnos de lo que no nos
pertenece porque nuestra soberbia se crea algo incluso con la osadía de mover
las hojas del calendario aprendemos en esta vida que el tiempo de Dios no es
nuestro tiempo y si no entendemos el porqué de muchas cosas, no nos importa,
porque sabemos perfectamente que si Él permite en nuestras vida, detalles,
miradas, conversaciones, actitudes… siempre será para nuestro bien.
Todo
recobra sentido cuando uno se acerca a su mirada serena y cansada. A la luz de
tus ojos del color de los prados de nuestra tierra nuestra tierra reseca y sin
agua empieza a florecer porque tu mirada es tan penetrante y portentosa que
hace al hombre más hombre y tu “Luz nos hace ver la luz” cuando nos cegamos en
tantas ocasiones y que sin querer, aunque sea un mar de Bondad, nos llevamos a
tantas personas que en este diálogo entre tu yo empiezan a florecer.
Sé
que me dejas hablar y me escuchas aunque “No está aún mi palabra en mi lengua,
y tú, Señor, ya la conoces” pero prefiero contártelas yo. Como te las he
contado, bien en una humilde habitación que como en un pobre pesebre se
mostraba tu rostro y me hablabas en el silencio, o bien en esta tu casa donde
pasas tantas horas solo deseando escuchar y hablar en el silencio de este
templo, o bien en una tarde amorosa que bajo el antifaz y en anonimato me haces
elevar la mirada hacia el cielo donde allí yo te encuentro entre los
candelabros que te alumbran y dan calor a ese frío patio donde eres golpeado,
azotado, humillado… todo Jesús mío porque me amas.
Ni
los candelabros son capaces de acariciar tu bella imagen, solo pretenden
rodearte para que seamos nosotros como tú en medio de la oscuridad de una noche
que nos envuelve y que impide que tu bello rostro brille en medio de tantas
tinieblas…
Pero
sigo hablándote, porque me gusta estar tanto contigo a solas que solo con tu
mirada recobra vida mi campo seco, el agua vuelve a fluir en mi pequeño
riachuelo, mi paso inquieto e inmóvil vuelve andar con paso firme incluso se
atreve hacer costeros, ¡cambios! Igual que tu cuadrilla te va mimando todos los
miércoles santos con su maestría, con la blancura de sus costales y la
sabiduría de la humildad, donde aunque no se vea se ve tanto y aunque no se
sepa no hace falta.
Sé
que tengo que atravesar mi peculiar Calle Jacinto después de la explosión de la
Merced esta calle se me hace larga e interminable, me faltan las fuerzas,
parece que todo me viene de repente el agobio, el cansancio e incluso mis
labios resecos piden unas gotas de agua fresca que no llegaran hasta que el
capataz detenga el paso en esta chicotá que se me está haciendo interminable.
Qué
curioso, de repente se me viene a la memoria tantos acontecimientos en mi vida
que como si de las cuentas de un rosario se tratara todas unidas y enlazadas
han venido de golpe, como esa Calle Jacinto… sin embargo, una fuerza que no sé
de donde brota me hace traer a la memoria a mi Criador, me hace estar atento a
mi interior y me hace que te ame cada vez más.
Ese
es mi alivio hasta que escucho “pararse ahí”, entonces descanso, bebo, oigo una
palabra de aliento… y de nuevo el martillo que me llevará hacia las mismas
puertas del cielo.
Cuanta
gente ha querido acariciar tus trabajaderas, en ellas se han quedado y aunque
físicamente no estén si están grabados con letras de oro cada uno de sus
nombres en la madera que la forman.
De
la Virgen del Consuelo
Quisiera
ser su trabajadera
Que
comienzan a trabajarse
En
una eterna cuaresma
Y
a golpe de llamador
Cuando
llega primavera
Van
rezando Ave Marías
Por
calles y plazoletas,
En
el paso de Misterio
Cristo
entre romanos llega,
Ya
no reza en un olivo
Ni
Judas su mejilla besa
Ha
sido negado por Pedro
Después
de compartir su Mesa
Cenado
con sus amigos,
Los
dos costeros a tierra
La
Iglesia ya está en salida
Y
nuestro pueblo contempla
Como
atado a la columna
Entre
lirios y saetas
El
Hijo de Dios hecho hombre
Ilumina
la calleja
Y
va caminado al compás
De
los hombres que le rezan.
De
la Virgen del Consuelo
Estos
hombres son sus velas,
Cuando
azotado y calumniado
O
en el joyel de la Reina
Con
esos doce varales
Meciendo
su parihuela
Aliviando
su martirio
En
un enjambre de abejas
Que
forman su candelería
Encendida
siempre la cera
Entre
el humo del Incienso
La
faja de penitencia
Bambalinas
son suspiros
Que
van suspirando con Ella
A
la voz del capataz
Para
la Madre más bella
El
sonido del racheo,
El
aguaor que se acerca
Aliviando
su camino
De
nuestras vidas sedientas
De
un agua que solo calma
Y
ofrece la vida eterna
De
las entrañas de María
Que
es la Madre de la Iglesia.
De
la Virgen del Consuelo
Estos
hombres son sus velas,
Rosario
que nunca acaba
Cuando
se hace aquí en la tierra
Un
costal como la nieve
Unido
a la trabajadera
Del
enfermo y del parado
Del
que vive la pobreza
El
llamador que nos llama
A
quitar esas fronteras
Que
hacen al hombre esclavo
De
rencores y miserias.
El
paso siempre de frente,
Que
alivie todas las penas
De
aquellos que no lo conocen
Lleguemos
a las periferias
Donde
están esperando a Cristo
Que
entre compases llega.
De
la Virgen del Consuelo
Estos
hombres son sus velas,
Como
el rosario que rezó
Una
mujer valverdeña
Un
8 del mes de Junio
Para
que unido a la trabajadera
Diera
lo mejor de si
Y
aunque este año no llega
A
mecerte gran Señora
A
llevar tu parihuela
Te
digo yo Madre mía
Te
digo yo bella perla
Que
estará siempre contigo
Que
te fundirá la cera
Que
te subirá a tu trono
Que
te aliviará tu pena
Porque
es hermano de aquel
Que
se agarra a la manigueta
Y
de aquella que se ofrece
A
vestir a la azucena.
Está
llorando la torre
De
la Iglesia Perchelera
Lagrimas
que solo sabe
El
que a caballo me llega
Y
quiere frenar la ira
Del
sayón que te flagela.
Y
no me puedo olvidar,
Verdaderas
costaleras
Son
las Hijas de Sor Ángela
Que
mi casulla cosieran
Y
que caminan unidas
Y
por nosotros rezan.
Es
mi Cristo de la Bondad,
El
Cristo que a todos llega
Por
eso te pido esta tarde
Costalero
de casta manchega
Que
le lleves un buen vino
de
calidad y solera.
Busca
tu sitio hermano,
Busca
una buena tierra,
que
el costal sin ser trabajado
no
vale para la faena.
Quita
todos los pedruscos,
la
cizaña que haya en ella
y
limpia el costal costalero
para
una Madre tan buena.
El
sol tiene que lucir
y
alimentar la materia,
los
rayos de la oración
que
van de frente con Ella.
Y
riega el campo costalero
que
la vendimia se acerca
y
hay que prensar la uva
con
esas trabajaderas.
El
agua viene del cielo,
y
le llega a la primera,
al
patero, a la corriente
terminando
en la trasera,
que
hay que suspender los cuerpos
venga
de frente con ella
que
el agua es nuestro Bautismo
para
los sacramentos puerta.
Y
después del soleado,
y
después de nuestra riega,
toca
agacharse hermano
para
la uva cogerla.
No
te canses de coger
la
uva en la trabajadera
ayuda
al que llevas al lado
que
le va faltando las fuerzas
y
a todo el que necesite
de
tu ayuda costalera.
Una
vez en el remolque,
seleccionar
yo quisiera
lo
mejor de nuestra uva,
lo
mejor de nuestra Iglesia
y
llevarla ante la Virgen
la
que en el guarda pasos queda
y
que se prense en su salida
en
mi cerviz, en mi trabajadera.
Hay
que dejarse pisar,
y
si tu orgullo hiriera
ves
a pedirle perdón
que
van faltando las fuerzas
en
la eterna chicotá
del
campo hasta la bodega
y
hay que prensar sentimientos
que
a mal puerto nos lleva.
Y
cuando llegue la revirá
que
nos lleva a la plazuela
izquierda
alante, derecha atrás
y
si el capataz insistiera
se
obediente y goza
de
la fria trabajadera
que
es la cruz de tus hermanos
aunque
sea dura madera.
Parase
ahi nos han dicho,
las
piernas ya se fermentan
no
te olvides costalero
que
eres manchego de cepa
y
da todo con amor
como
hijo de esta tierra.
Tos
por igual valientes
clarificado
queda
el
vino de tu vendimia,
el
vino de tu cosecha,
el
vino de tu alegría,
y
de tu fe costalera.
Y
va durmiendo la noche,
no
quiere la luna llena
dejar
de alumbrar el cielo
aunque
oscuro se presenta.
Y
termina la peregrinación,
de
nuevo estáis en la Iglesia,
todo
lo grande termina
y
lo pequeño se queda
contando
los días te veo
para
que de nuevo veas
al
Señor de la Bondad,
y
a la Humilde Nazarena
que
está esperando el vino
de
tu raza costalera.
Por
eso queridos hermanos
En
esta tierra manchega
De
la Virgen del Consuelo
¡Estos
hombres son sus velas!
De las Flores el
Convento
Quizás
sepan más de Amarguras que Manuel Font de Anta esas piedras que rodean como si
de una alfombra se tratara los muros de la casa de Madre Angelita.
Y
aunque el Miércoles Santo se deje caer a las horas en que la Cofradía la
atraviesa, no importa que el bordado de realce se deje acariciar en los pies de
esa bella sinfonía que cada Miércoles Santo Dios interpreta en nuestra Ciudad
Real.
Si
en la “revirá” de la Calle que lleva el nombre de este humilde servidor ya nos
hablan de Sacrificio parece que nos resistimos adentrarnos en la Plaza
Perchelera que tanto sabe de nuestras vidas. Sin embargo, una vez adentrados en
ella, nuestra mirada se dirige hacia esa pequeña puerta que nos hace hacernos
pequeños para ser grandes. Nos cuesta, incluso muchos lo considera una utopía,
pero no es así.
Es
posible que bajemos para que subamos, es posible que deslumbremos esas miradas
que parecen que no saben nada y todo lo saben y que por unos momentos nuestra
historia pase por nuestra mente brevemente y nos haga recitar ante ese
espectáculo el Confiteor.
Como
si de un idilio se tratara, las Hermanas de la Cruz y esta hermandad en mi vida
toman total equilibrio. Incluso en mi túnica nazarena, realizada por una de las
hijas de Sor Ángela, la cual tengo el privilegio único en esta ciudad, de
cubrir mi persona tras las puntadas y las oraciones que esta hermana tan
querida por mi puso en la confección de la misma.
“Quien
supiere morir a todo, tendrá vida en todo” nos dice San Juan de la Cruz,
haciendo eco del evangelio de San Marcos donde nos dice Jesús aquello que será
una constante en la vida de los Santos “Quien pierda su vida por mí y por el
evangelio, la salvará”. Mc 9,35.
Así
lo enseña el Señor de la Bondad, cuando su imponente paso de Misterio es vuelto
en la noche del Miércoles Santo hacia esa puerta que ante su mirada El mismo la
abre, como se abrieron las aguas del río para que el pueblo pasara y viera el
gran poder de Dios sobre aquello que para los ojos del hombre es imposible.
Las
puertas se abren para que pase Cristo. Las puertas del corazón de cada hija de
Sor Ángela siempre están abiertas porque el Señor de la Bondad continuamente
pasa por sus corazones y los llena de
fortaleza y porque él, como en aquel triste y frío patio donde se llevó a cabo
la flagelación necesita no flagelos ni sayones, sino vendas y algodones para
aliviar su martirio y cicatrizar sus heridas abiertas en nuestro mundo.
Son
sus miradas y su mirada, son sus llagas, son sus heridas, son sus tormentos…
ellas lo saben porque un día bajo el lagarto de la Catedral hispalense, una
jovencita trabajadora de un taller de calzado se lo confesó a un canónigo en
olor de santidad. Ellas lo saben, porque en la placita de Santa Marta lo dejó
escrito aquella que poco sabía escribir.
Y
no se quedan en palabras vacías, sino que lo hacen vida. Cubren diariamente de
amor las heridas del Señor de la Bondad abiertas en nuestra sociedad tras la
historia que llama al convento con su singular timbre los tienen como sus amos
y señores.
“El
patio se convierte en plaza
Los
latigazos se oyen
Mi
Cristo llora en la noche
Y
la luna lo acompaña.
De
la Cruz ellas son hermanas
Y
te curan las heridas
De tus almas preferidas
Que
sufren la soledad
El
paro o la enfermedad
En
la pobreza sumida.
¡No
me llores Cristo mío!
¡Oh
Señor de la Bondad!
Que
te da Ciudad Real
Frescas
gotas de Rocío.
Para
aliviar tú tormento
Presente
en nuestros días
De
Sor Ángela sus hijas
Vienen
a ser tu Consuelo.
Sor
Ángela llora en el cielo
Y
quiere ser un costal
Con
su canto celestial
Aliviando
a los enfermos.
Y
con suma caridad
Cicatrizar
tus heridas
De
las personas hundidas
Que
tiene la sociedad.
¡Costalero,
lleva a Cristo!
Sin
medir, sin contar, sin pensar
Y
aprende de la Humildad
De
las hermanas de la Cruz
Que
vienen a ser la luz
De
tu Cristo de la Bondad”.
Esa Virgen que
enamora.
Tenía
once añitos cuando me crucé con tu mirada. Curiosamente, aquella mirada
infantil que caminaba hacia grandes cambios no te contemplaron en un templo
sino en una sala de exposiciones. Corría el año 1991 cuando esta hermosa
nazarena se presentaba por primera vez ante el pueblo de Ciudad Real. Yo no
tenía nada que ver con la corte que te rodeaba por aquel entonces, sin embargo
sé que tú ya contabas conmigo para nunca dejarme solo y experimentar emociones
y sentimientos propios de la edad, siempre de tu mano.
Tus
aledaños se convirtieron en mis propiedades, ya que Tú has permitido que fuera
así. Y a pesar de las muchas dificultades que se presentan en la vida, a pesar
de que la cruz de cada día puede llevar varios nombres todavía esa cruz la
llevo en pos de tu Hijo Jesucristo.
Sin
embargo, me consuela saber que la Cruz es la prueba manifiesta del Amor, “Nos
amó hasta el extremo” nos dice el evangelio joánico y todavía me das la fuerza
para seguir amando como si fuera aquel momento en que nuestra historia empezó.
Ya
nos habíamos visto pero no tuve la oportunidad de hablar, de sentirte, de
quererte… e incluso de acariciarte, como aquel momento de traslado, hoy para
nosotros inimaginable, cuando se paralizaron mis piernas porque en una
furgoneta te llevábamos aquel mismo lugar donde recordé nuestro amor primero.
Nunca
he dejado de amarte, basta cerrar mis ojos y traer a mi memoria tu mirada, tu
llanto, tus manos… muchas veces no sé porque lloras por eso te pido en esta
tarde que ilumines mi entendimiento para saber de dónde brota tu llanto, no
para engrandecer mis conocimientos sino para llevar tu bendito nombre y
servirte de pañuelo a pesar de mis muchas faltas.
¡Ay
Señora del Consuelo! En esta vida nadie nos conoce como nuestras Madres, si mi
Madre sabe leer mis miradas y mis gestos quien mejor que Tu, que eres mi Madre
del cielo.
¡Ay
Señora del Consuelo! ¡Cuántos horizontes se abrieron en mi vida! Mi voz te
servía para endulzar los sinsabores de la vida, el repique de mis palillos y la
seca pandereta ponía alegría y júbilo ante el llanto de una madre.
Empezó
a crecer la primavera de mi juventud, una juventud preciosa, un auténtico
regalo tuyo y que no cambio por ninguna. Siempre tú me has regalado las mejores
flores de tu jardín, a todos les doy las gracias desde este atril porque me
siento privilegiado, gracias por dejarme ser una pequeña línea de vuestras
vidas, aunque sea cargadas de ortografía.
Muchos
nombres, muchos rostros, muchas situaciones… unos se marcharon, otros
perseveran… de un modo o de otro, ellos pertenecen a esta singular historia que
Dios empezó a escribir desde aquel momento en que tu mirada se clavó en mi
corazón.
Dime
Madre como hiciste
Y
a qué escuela de llanto fuiste
Que
llorando tu no heriste
Ni
el parpado ni el lacrimal.
Más
que quisiera yo llorar
Como
tú, Virgen del Consuelo
Tus
lágrimas desde el cielo
Me
vuelven a consolar.
Mis
manos no han de temblar
Porque
tú, mi gran señora
Me
enseñas como se llora
Sin
dañar ese rosal.
Ese
rosal donde aprendo
Que
aunque cuente con espinas
Va
cicatrizando heridas
Y
ya no se vuelve tormento.
Dime
Madre como hiciste
Y
a qué escuela de llanto fuiste
Que
llorando tu no dañas
Ni
tu hermosura se empaña
Con
la tristeza y el llanto,
La
desesperación y el quebranto
Del
corazón de una Madre
Cuando
el miércoles por la tarde
Ve
perder la vida al hijo.
Por
eso a ti me dirijo
En
forma de petición
Que
antes de llevarte a Ella
Me
lleves a mí junto a Dios
Porque
yo no aguantaría
No
tenerla aquí en mi vida
Ni
a tu escuela yo podría
Aprender
para llorar,
Oh
Señor de la Bondad
Que
gran regalo me hiciste
Cuando
por Madre me diste
Ese
nardo virginal
Que
el miércoles en Ciudad Real
Del
Consuelo le añadió
Y
aquí en la tierra me dio
El
calor que nunca acaba
El
del corazón de mi Madre,
La
que lleva por nombre Ana.
Tu silencio es mi
silencio.
Siempre
me ha gustado escuchar el susurro de tu voz maternal en los silencios que tú me
ofreces. Sé que estamos ante una Hermandad que llena el andar de su cortejo con
el llanto de los tambores y las cornetas que lamentan el martirio del Cristo de
la Bondad o de los instrumentos de la Banda de Música que acompañan el caminar
silente de María del Consuelo.
No
obstante, a pesar de que el cofrade de
hoy intente llenar de ruidos ese silencio donde la Reina del Consuelo nos habla
a voces, sigues ofreciéndome la conversación hermosa entre una Madre y un Hijo
en ocasiones que verdaderamente emocionan y te sentimos de una manera especial.
Y
es que me siento un privilegiado, no por méritos propios sino por tu mano
amorosa que no me deja. He sentido y siento mi hermandad en todos los años de
formación y de sacerdocio. Sé que es una locura recorrer los kilómetros que
distan desde mis destinos y que me llevan a ti. Pero merece la pena darte
gracias y hacer penitencia. No he dejado de señalar de rojo en mi agenda
particular dos fechas: la primera el miércoles santo y la segunda el quince de
agosto.
Y
me gusta guardar silencio bajo el antifaz nazareno, en definitiva el Sacerdote
es un hombre de silencio. No tenemos otra escuela, la del silencio de Cristo.
Así nos lo enseñan los modelos sacerdotales, uno de los más importantes para mí
el del Beato D. Narciso Esternaga. Fijaros bien que el silencio de su martirio
es la gran catedra para un sacerdote y la escuela de cómo se ama verdaderamente
entregando la vida por Cristo en el silencio, sin hacer ruidos, sin
vanaglorias…
Y
antes de que las cinco de la mañana llegue quiere subir la Gran Señora a su
paso de palio pero antes nos ofrece en silencio su bendita mano para que se la
llenemos de beso. Eso es la gran joya que luce por las calles de la ciudad, los
besos de todos sus hermanos.
Es
el silencio cuando la Virgen del Consuelo paseaba por el mejor de los Paseos y
como estaba la casa de fiesta por las Bodas de oro de coronación las lágrimas y
la sonrisa se juntaron en el silencio.
Sirva
este pequeño gesto, para mi querido capataz del paso de palio y para esa
cuadrilla de valientes para que no se pierda esta reverencia ante la Madre,
reina, Patrona, Orgullo de la Mancha como es el milagro de amor que para todos
nosotros es la Virgen del Prado.
Que
me gusta a mí el silencio de la recogía cuando mi hermandad se apiña y una voz
quiere consolar a una Madre que viene cansada después de tantas horas de
itinerario y en forma de oración le susurra una nana en el guarda pasos para
que la Madre de Dios deje de sufrir por unos instantes.
Es
el silencio de cada uno de sus hermanos y de aquellos que compartieron los
momentos más cruciales en mi vida.
Es
el silencio de mi túnica blanca que con mi medalla llegaron hasta el Divino
Salvador de Carmona o de aquella noche de vísperas donde las flores blancas
empezaban a dibujar una ciudad en pleno mes de mayo.
Gracias
a los hermanos que me acompañaron en estas dos fechas cruciales, en el silencio
de la Primera Eucarística y en el silencio de las Vísperas del medio siglo de
las mejores coronaciones canónicas.
“Mañana
es quince de agosto,
Vente
conmigo hermano
Las
aguas de aquel pantano
Vieron
el amor en su rostro.
Quiero
llegar a tu casa
Con
mi juventud y alegría
Celebrar
la Eucaristía
Donde
mi alma descansa.
Y
a pesar de los pesares
Puedo
decir con orgullo
Que
este Sacerdote es tuyo
Aunque
vengan mil vendavales.
Cicatrizas
todos los males
De
la Mancha, Señora y Reina
Y
el miércoles tú remedias
Cuando
a tu ventana sales.
Mi
Cristo a ti te saluda
Amor
de Madre ya suena
Quieres
aliviar su pena
En
la noche más oscura,
Cuando
la Virgen del Prado
Baja
de su camarín
Y
con un paño de jazmín
Recoge
la sangre llorando.
¡Que
paren esta tortura!
¡Que
está su Madre a su lado!
El
centurión a caballo
Quiere
endulzar su amargura.
¿De
dónde eres? le pregunta
Aquel
que presuroso llega
El
caballo inquieto queda
Ante
el sanedrín y su duda.
Corona
de espinas yo traigo
Órdenes
yo obedezco
De
valentía carezco
Para
coronarlo de nardos.
¿Tú
qué sabes Centurión?
¿Conoces
a su Madre acaso?
Si
la Conozco buen hombre,
Porque
soy de Ciudad Real
¡Y
no quiero ver llorar
A
Nuestra Señora del Prado!
Prefiero verte.
Somos
unos privilegiados por el día a día que Dios nos regala. Quizás la monotonía
del mismo y el no saber apreciar algo tan importante como la salud hace
volcarnos en pequeñeces y de este modo perder el tiempo, se nos va la vida…
Cuando
uno palpa tantos corazones rotos o como de la noche a la mañana cambia la vida
debido a una ardua enfermedad que de manera repentina aparece en tu vida o un
accidente de tráfico que ante una llamada telefónica te comunican que aquel a
quien por la mañana estaba compartiendo contigo el café que tanto espabila se
le está apagando la luz, al ser humano solo le queda mirar al cielo y confiar
plenamente en la Divina Providencia que de un modo admirable se hace presente
no solo en el enfermo sino también en la familia.
No
penséis que el pregonero se está perdiendo en teorías sino que todo lo
anteriormente escrito está basado en su pobre experiencia en el hospital.
Nunca
he visto la bella imagen de la Virgen del Consuelo en su capilla pero sin
embargo he sentido su protección y su advocación en la UCI, paritorios, unidad
de neonatos, cuidados paliativos, quirófanos, unidad de salud mental...
Hablando
de la casa del dolor, aprovecho esta tesitura para agradecer enormemente las
palabras inmerecidas de mi presentador. Cuando tú me preguntaste por un lugar
yo te respondí el hospital, no porque me gustara su construcción y por lo que
he vivido allí haya sido de mi agrado, sino porque ha sido toda una verdadera
escuela no solo sacerdotal, sino también humana donde he aprendido a dar
gracias a Dios por todo lo que me concede, especialmente por la salud que en
muchas ocasiones pasa desapercibida y a relativizar, aunque todavía me queda
mucho por aprender.
Querido
José Antonio, gracias por todo y por tanto, es un placer y al mismo tiempo tan
complicado contar en mi vida con personas tan nobles como tú que tiene siempre
la palabra oportuna que te anima para seguir caminando.
Y
hablando de nobleza, de amistad y de cariño dar las gracias públicamente a todo
el personal sanitario del hospital general universitario de Ciudad Real, os
llevo en el alma y os agradezco todo lo que en mi nombre hacéis. Pido todos los
días por vosotros y os recuerdo aquello que en tantas ocasiones repetía junto
con San Francisco Javier: “Donde no llegue yo, llegue Jesucristo”.
A
ti, amigo mío, que continuas tu lucha en un hospital de Madrid quiero que sepas
que prefiero verte echando pétalos un domingo de ramos, o a ti, el primer
hermano de esta hermandad que conocí cuando era niño cuento los dias para verte
vestido de costalero, aunque este año vayamos los dos por primera vez hacia el
guarda pasos vestidos de nazarenos.
A
vosotras, sus madres, no quiero acordarme Chon de tu desesperación y de tu
dolor tan grande que aparecía en tu rostro maternal ante lo que más quieres tu
y que la sombra de la hermana muerte aparecía en esa mañana trágica.
Y
a ti, Guadalupe, ante el reloj que aparecía inmóvil ante las largas horas de
operación y de frío quirófano.
O
a vosotros, sus hermanos, Antonio que llegaste desde Madrid aferrado a las
estampas del Cristo de la Bondad y de la Virgen del Consuelo con los ojos
arrasados en lágrimas o a mi querido Fernando, mi querido Eloy, que en aquella
mañana de nieve poníais el calor a ese corredor frío e interminable que servía
como ante sala donde se encontraba aquel que lleva vuestra sangre.
O
a tantos padres, que después de tanto amor, la vida os dejó contemplar por unos
momentos el fruto de vuestro amor y que perdió la tierra pero la ganó el cielo…lo
sabe Prado Alcázar, Tania, Ana, Prado, Cynthia, Chon... por cierto, os quiero
mucho... y sobre todo tu manto Virgen del Consuelo.
Tantas
y tantas ocasiones…
Sirvan
las espaldas del Señor de la Bondad como manantial donde todos vayamos a beber
y a pesar de todo, Ellos nos ayudan y están, que nadie lo ponga en duda y nos
dan las fuerzas necesarias para soportar las cruces de cada día.
“No
quiero ver el revuelo
De
batas blancas y verdes,
No
quiero escuchar el sonido
De
una máquina que sostiene
El
ritmo, el pulso, el latido
Del
corazón que se pierde.
No
quiero verte en quirófano,
No
quiero que urgentemente
Me
digan que necesitas
Un
milagro para verte.
No
quiero verte en camilla,
No
quiero verte inconsciente,
No
quiero rozar el frío
No
quiero llamadas urgentes.
Pero
a pesar de todo
Yo
quiero lo que Él quiere
Y
aunque no lo quiera permita
Los
males para los bienes
Solo
te pido una cosa
La
fe que a todos sostiene
Y
que mi Virgen del Consuelo
A
todo enfermo consuele
Y
el Señor de la Bondad
Por
todo el hospital vele
Y
me siga sosteniendo
Dando
fuerzas suficientes
Para
servir de esperanza
Para
acariciar tus sienes
Punzadas
por las heridas
De
le enfermedad que hiere.
No
temas hermano mío
Que
venga lo que viniere
Nunca
nos dejan solos
El
Amor todo lo puede
Que
el Señor de la Bondad
En
la cruz él nos precede
Y
la Virgen del Consuelo
Su
pañuelo nos ofrece
Para
secar esas lágrimas
Que
en un hospital florecen.”
Eterno Miércoles
Santo.
“No hay santo sin pasado ni pecador sin futuro”, afirma uno de los grandes
teólogos contemporáneos nuestro. Y no tengo que borrar ninguna coma a una
constante acción de gracias como ha sido mi propia vida.
Todavía
se me viene a la memoria aquellas tardes en casa de mi abuela donde en la calle
jugábamos, querido Jesús León.
Y
de nuevo la providencia nos unió en esta bendita hermandad, quien les iba a
decir aquellos dos chiquitajos que rezarían con el paso del tiempo a un Cristo
que por amores muere y a una Madre que atravesada su alma por una espada nos
consuela continuamente y nos ancla en la esperanza mas verdadera. En tu caso,
con pocas palabras basta.
Y
como no, querido Emilio, compartir contigo los frutos secos que en los cajones
de la casa hermandad de la calle Atalaya o de la calle Goya siempre tenías. No
puedo separar mi vida en esta hermandad de tu persona, mi ser cofrade sin tu
ayuda,mi sacerdocio de tu protección,mi amistad de la tuya.
He
tenido mi particular San José contigo Antonio, cuantos momentos, cuantas
lágrimas pero prefiero quedarme con nuestras sonrisas y nuestras ocurrencias,
aunque muchas veces no tengamos conocimiento, como dicen en nuestra tierra,
mezclar el agua con la luz.
Alberto
Donaire, ¿te acuerdas de los veranos que trabajábamos en el Torreón? ¿Y de
aquella primera chicotá donde me enseñaste como se anda bajo un paso? ¿Y el
costal que me dejaste para mi primer ensayo? Me alegra enormemente verte tan
feliz, Dios te la conserve porque te la mereces.
Y
la gente de Pio XII, Miguel, Sergio, las chicas...
Y
sigue Dios escribiendo en tu vida y te regala personas como tú, Raúl. Tú me
conocías de oídas y yo también. Ahora puedo decir que te conozco personalmente
y que te doy las gracias por tus manos generosas siempre abiertas aquello que
he necesitado. Qué buena cofradía fundaría con quince personas como tu y eso es
imposible porque eres único.
Y
los nuevos retoños... mira que disfruto con vosotros... Antonio Tercero, Jorge,
Alberto, Sergio, Fernando, Irene, Agustín, Palencia, Alfonso, Javi costalero
del Señor pero de los de verdad, Gloria, Pablo, Josema, Ivan, Rocío, Mario,
Paquillo... y también os quiero y pido todos los días por vosotros.
No
quiero mencionar si quiera aquel que me enseñó tanto y que tan presente lo
estoy teniendo esta tarde, Dios y su bendita Madre saben perfectamente la
relación intima que me unía a él todos los días de su enfermedad y muchos de los aquí presentes, con esto ya
sabéis lo que pongo de manifiesto que “obras son amores y no buenas razones”.
Y
si le doy las gracias a D. Antonio, nuestro Párroco.
Sus
palabras D. Antonio acompañan a la Cruz plateada de mi cofradía, tanto al
inicio de nuestra estación de penitencia como al final.
Son
sus palabras las que inician el andar del paso de mi Cristo de la Bondad y son
sus palabras las que levantan los cuatro zancos del palio de mi Virgen del
Consuelo para llevarla en una chicotá de ensueño a su retablo en el guarda
pasos. Mientras tanto, Jaime, prepara el palermo que van a dar las siete y es
Miércoles Santo.
“Que quisiera yo esta tarde
Madre mía del Consuelo,
bordarte tu palio grana,
bordartelo con mil besos
que de Pio XII brotan
y que llegan a San Pedro
cuando sus muros tu rozas
al compás del costalero.
Preparad el bastidor,
por la calle de Quevedo
que empezamos a dar puntás
recortando loneta y fieltro
que resuenen ave marias
al compás de los costeros
que el Señor de la Bondad
quiere extender su reino
y tenemos que bordar
a la Virgen del Consuelo
con el hilo de torzal
los caballetes poniendo
en Corazón de María
seguir bordando yo quiero
en la bambalina delantera
nuestra Puerta de Toledo
que aunque ciñe tu cintura
bordarla allí yo prefiero
y quiero que mi hermandad
haga lo que siempre ha hecho
la puerta por donde se pasa
para conocer el misterio
de Hermandades y Cofradías
con sus humildes maestros.
El hilo se va acabando,
hay que enhebrar de nuevo
puntadas a media honda
que va avanzando el misterio
la calle Lanza ya espera,
al que en la columna encuentro
y uvas y espigas del campo
al escuchar el palermo
bordaremos en su delantera
que es su sublime cortejo.
Y la tijera que corta,
las flores del viejo cerro
que a su sombra yo he vivido
y que esta tarde yo encuentro
con puntadas a zepillo
poneros a todos yo quiero
con hilo de ojilla fina
con pasadores del tiempo.
No se mueva el bastidor,
la plaza mayor no está lejos
da puntadas a doble honda
con tus penas que es el fleco
para que interceda la Reina
por los llantos de mi pueblo
cuando Pastor llame al martillo
y empiece su balanceo.
Tenemos la delantera,
a bordar estamos dispuestos
bambalinas laterales
de este palio del Consuelo
antes de llegar al pasaje
antes de que pase el tiempo
de una calurosa tarde
que quita el frío al invierno.
Caracolas y dragones
y nuestros nombres compuestos
con cada historia de amor
que saben a caramelo
y que han endulzado la vida
de los cofrades añejos
con hilo brizcao se entrecruzan
el laborioso portento.
El Señor de la Bondad
tiene el lacrimal seco
porque los acólitos que obedecen
a la vara del pertiguero
por la calle de la feria
le han bordado un pañuelo
y se han quitado el roquete
para que el encaje de juego
y están dispuestos a todo
cuando se acerque al paseo
que con sal fina tintada
cuando el agosto sea nuestro
pintaran en larga noche
una alfombra de ensueño
para la Madre de Dios,
para la Reina del Cielo,
para la Virgen del Prado,
para el orgullo del pueblo,
para la estrella que luce,
para la salud del enfermo,
para la Madre Coronada
para el Orgullo Manchego
que te verá cara a cara
dentro de unos momentos
y la juventud cofrade
quiere ver tus ojos secos
para que no sufra tu Madre
por eso te hace un pañuelo
y te seca las mejillas
en medio de tus silencios.
Por la esquina de María Cristina
se viene armando un revuelo
las bambalinas laterales
rompen la dureza del hielo
con puntadas a ladrillo
el terciopelo no veo
ojilla para
la Reina
la que se llama Consuelo
torzal de la Caridad
muestra de Amor sincero
brizcao de la oración
oro del Sacramento
oro de Misericordia
canutillo de nuestro anhelo
de iluminar corazones
con el cirio del silencio.
Cuando ya suena el redoble
por Camarín costalero,
espera que todo pase
que la misma tierra es el cielo
que el Señor de la Bondad
se ancla en el que es su puerto
que el pasaje de la Merced
del que es su rey y su dueño.
Que ante la critica dura
porque pasaste el primero
todos nos alegramos
que pasen los demás misterios
y nuestros pasos de palio
y el sentir cofradiero
de toda nuestra ciudad
que cruza el pasaje estrecho.
Se escuchan voces de mando,
ese es mi amigo Chefo
que no quiere que termine
tu faena costalero
pero hay que seguir de frente
levanta el cirio nazareno
que tiene que llegar su Madre,
ilumina su consuelo,
que pasa la Reina y Señora
y los balcones sedientos
quieren calmar su sed
cuando de rosas cubierto
bordan el techo de palio
de rosas y de romero.
No te olvides del primor
ni que te falte el aliento
que falta bordar la trasera
la que queda en el recuerdo,
ese recuerdo tan mio
querido amigo Alfredo
que aunque ya no se vea
ese bordado trasero
forma parte de su palio
y del rachear costalero.
¿Que te bordamos Señora?
¿Para quitar terciopelo?
Pondré bajo tu manto
aquello que yo más quiero
y lo que más quieren tus hijos
el regalo más verdadero
que son todas nuestras madres,
la madre del costalero,
la madre del capataz,
la madre del nazareno,
la madre que al niño acompaña,
tras el paso de misterio,
Cera Virgen necesito
pero que sea de abeja
para que el hijo resbale
y no se haga madeja
que estoy rematando el primor
con lo mas grande en la tierra
y quiero bordarle también
una dalia de lentejuela.
Ya reluce la Señora,
reluce como una reina
que aunque se presente el día
con chubascones y tormentas
reluce por ella misma
la que es de los mares estrella.
Viene ya de recogida
el Hijo al Padre regresa
y de nuevo la Señora,
y de nuevo la trompeta
y el caballo que esta triste
y el sayon cansado queda
pero no queda cansada
esa Bondad verdadera
porque no se cansa el amor
y siempre a ti te espera.
Y llorando por San Juan de Avila
van floreciendo azucenas
a la Virgen del Consuelo
que también fué perchelera
y se ha refrescado su cara
en la fuente de las terreras.
Llega ya la soberana,
bordado su palio queda
y de nuevo te miramos
y tu hermandad te reza
y yo te pido Señora
lo que siempre te pidiera
en ese preciso instante
se me viene a la cabeza
que quiero yo así morir
contigo en la cabecera
en mis manos una estampa
contemplando tu belleza
y si Dios lo permitiera
morir así a tu lado
quiero que mi paraíso
si yo lo lograra alcanzarlo
sea con la que llevas
en la gloria de tu palio
porque para mi el cielo
es seguir contemplando
lo que más quiero en mi vida
¡Esa es mi Virgen del Prado!
He dicho.