No te conocieron,
Carlos Vázquez ni Villaseñor,
pero no habría colores,
ni pinceles, ni armonía,
ni lienzo, ni bastidor,
que reflejara solo en un cuadro,
la hermosura de tu resplandor.
Pues tu belleza no es humana,
Señora de mi devoción,
y no hay pintor que pintase,
lo que tenemos entre tú y yo.
Antonio García-Hidalgo