Me gusta dejar dilatar las cosas en el tiempo cuando
trato de sustraer la subjetividad a mis palabras. Demasiadas son las emociones
que se han producido durante el pasado mes, para no dejarlas reposar y madurar
en el lapso de tiempo imprescindible para despojarlas del entusiasmo con que
nos acostábamos la noche del 25 de octubre pasado…
Lo decía en este mismo espacio cuando comenzaban los
actos del XXV Aniversario de Su presencia entre nosotros. Besos y flores. Era
el resumen de lo que se nos empezaba a ofrecer y a la postre constituye la
recensión de todo lo vivido.
La Parroquia se vistió de flores para celebrar una
efemérides tan importante para todos los que amamos a María y la veneramos en
esta advocación tan bella como es la de Consuelo.
Y es que, aunque intentemos robar
protagonismos que no nos pertenecen, y queramos tergiversar el contenido de los
sentimientos que se expresan por y para el bien común, todos hemos sido
invitados por la Madre a su fiesta de cumpleaños, y como en la parábola del
banquete, el grado de implicación, que en un primer momento quería antojarse
difícil, se ha convertido en un torrente de besos de amor hacia la Madre.
Ella, y solo Ella ha sido la auténtica protagonista de
todo lo que se nos ha brindado. Ya lo decía nuestro Consiliario en la Función
de Clausura, en un perfecto resumen de lo verdaderamente importante de esta
celebración. Ella. Aprender de Ella. Amarla. Imitarla. Es curioso como en esta
fiesta de cumpleaños, son los invitados los que hemos sido agasajados con las
mayores prendas….
Pero como en
todas las cosas de este mundo, Ella lo ha querido hacer todo a través de sus
hijos. Nuestra pequeñez no está sino al servicio de los designios de Dios. Si
fuésemos conscientes de esa máxima, todo sería tan distinto…
Y es de
justicia, pero a la vez motivo de satisfacción, dar las GRACIAS. Gracias a
todos aquellos que han dejado que la Virgen actúe a través de ellos. A todos.
Desde las cuatro personas que han encabezado la organización de los actos hasta
el último de los costaleros que (siervos humildes de María), exhalaban con su
esfuerzo hálitos de amor por su Madre…
Nunca podremos pagar lo que ha hecho nuestra Madre a
través de vuestro esfuerzo. Pocas veces se ha visto en nuestra ciudad, siempre
tan quejosa de la falta de las cosas cofrades, un despliegue de esfuerzos como
el que han realizado tantas personas por Amor a María del Consuelo: las
charlas, la brillantísima y elegantísima exposición, cuatro altares de cultos
en apenas dos meses y otros tantos acertadísimos cambios de vestimenta de la
Señora, el signo solidario, el Triduo,
la Función, el majestuoso Besamanos, cuando la Primavera misma bajó del Cielo y
pudimos besar sus manos en flor….
Mención aparte merece para el que suscribe el Rosario
Vespertino. Por muchos motivos sentimentales que no proceden ahora, pero
además, porque pudimos sentir el Consuelo de saber que el ser cofrade es
necesario en nuestra Iglesia, en nuestra sociedad, en nuestro barrio, en
nuestras familias… Y otra vez el esfuerzo, el sacrificio de unos cuantos nos
brindó a todos la posibilidad de disfrutar de la presencia de María en unas
calles engalanadas que se convirtieron en un bellísimo marco para la más
importante de sus vecinas…
No sería objetivo, lo sé, si hablase de Su cuadrilla,
pero tampoco sería justo si no recordase lo que tantas veces hablo con un buen
amigo... “Un día nos acordaremos de lo que estamos viviendo estos años”. Y no
hablo de cuestiones técnicas, esas se las dejo a los entendidos, hablo de la
calidad humana de un grupo de personas movidos únicamente por su Amor a la
Reina del Miércoles Santo…
La Virgen
nos ha llamado a todos… y a nosotros, hijos suyos, se nos ha brindado una
ocasión única e irrepetible de estar con Ella. Es lo que siempre ha
caracterizado ha nuestra Cofradía, y a sus hermanos, la prevalencia del amor
por los Sagrados Titulares frente a cualquier contingencia de carácter
personal… que los frutos de este árbol perduren mucho tiempo en nuestras
vidas…
A Ella, y por extensión a los que lo habéis hecho
posible… GRACIAS.
Y es que era necesario…