En torno a las diez de la mañana cientos
de personas se congregaban en el interior y el exterior de la parroquia de
Santa María del Prado (La Merced), para celebrar la Eucaristía que ha dado
comienzo al año de la Misericordia en nuestra Diócesis. La Cruz de los Jóvenes,
portada por ellos mismos, ha abierto la procesión, mientras se cantaban las
letanías por el centro de la ciudad.
Al llegar a los pies de la Catedral, el
obispo ha abierto la puerta del Perdón, símbolo de la misericordia que se nos
entrega en este Jubileo, dando paso a cientos de fieles que han llenado el
templo.
Ya en la catedral, en el acto
penitencial el obispo ha asperjado a los fieles, recordando su bautismo. De
este modo, toda la celebración de inicio del Jubileo, desde el canto de las
letanías al símbolo de la puerta, es una llamada a comenzar de nuevo la vida
cristiana, a reemprender el camino agradecidos por la misericordia.
El obispo, don Antonio Algora, comenzaba
la homilía recordando, precisamente, la gracia del acontecimiento que vivimos:
«En su providencia amorosa, Dios Padre mira nuestro mundo y nos ve. Ve cómo se
han reunido circunstancias y personas y ha volcado sobre nosotros la fuerza de
su amor, ofreciéndonos este acontecimiento de gracia que, por mediación y
voluntad del papa Francisco, estamos llamados a celebrar». Después, resumía a
los fieles cómo han de vivir el año jubilar: «Tiene que ser un Año de mucha
oración y de salida a la vez. En esta doble dimen-sión de la vida cristiana,
contemplativos en la acción, nos hemos de sentir misericordiosos como nuestro
Padre es misericordioso».
Justo antes de concluir la celebración,
que ha acompañado musicalmente la Coral Diocesana, se han recordado las
distintas sedes diocesanas donde se puede obtener la gracia jubilar: además de
la catedral, la parroquia del Cristo del Espíritu Santo en la aldea del mismo
nombre, de Malagón; la parroquia del Santo Cristo de la Misericordia, de
Valdepeñas; la ermita del Santo Cristo de la Expiración, de Montiel; la ermita
del Cristo de la Misericordia, de Miguelturra; la ermita del Santísimo Cristo
de Villajos, de Campo de Criptana y la ermita del Cristo de la Luz, de Daimiel.
Para concluir, el obispo ha enviado a
los jóvenes, que portaban la réplica de la Cruz de las Jornadas Mundiales de la
Juventud que se tiene en la Diócesis, a ir a los lugares de sufrimiento y de
enfermedad donde más se necesite la misericordia de Dios. De este modo, durante
todo el año los jóvenes visitarán residencias de ancianos, cárceles o centros
de acogida por toda la provincia.