domingo, 11 de julio de 2021

COSTALERO Y AZOTADO

 


Cuanto deseo el olor

a incienso y a madera

cuántas llagas de dolor

llevan tus trabajaderas.


Tú estás arriba azotado

con la espalda amoratada

yo abajo, muy cansado

sin poder verte la cara.

 

Tú me ayudas a seguir

cuando las fuerzas me fallan

y la gente que ahí abajo

te miran, rezan y callan.

 

El golpear de un llamador

nos recuerda tus azotes

la derecha más atrás

no mezáis más, ¡que no bote!

 

Y cuando todo termina

en Quevedo, anochecido

lleno me voy de Bondad

dolor y amor recibido.

Alejandro Simón Castillo. Diario “Lanza”, 9 de abril de 1995, Extra de Semana Santa