Santísima Virgen, Reina y Consuelo de
los hombres, que siendo la Madre de mi Dios habéis querido ser mi Madre
también, incluyéndome en el número de vuestros queridos hijos, no permitas que
jamás me haga indigno hijo de tan glorioso título. Al darme vuestra protección
y consuelo me habéis dado la prenda más preciosa de vuestro amor: Vuestra
Bondad y Consuelo. Me habéis hecho las más grandes promesas. Comprendo todo el
valor de vuestras bondades recibidas por medio de tu Amado Hijo Jesús. ¡Ojala
pudiera comprender y cumplir con todos mis deberes! Pero ya que un hijo puede
pedir cuanto quiera a una Madre tan buena y tan poderosa como Tú, Sra. del
Consuelo, yo te suplico que intercedáis por mí a vuestro divino Hijo, para que
apoyado en vuestra influencia y fortificado con tu gracia me sea dado el
corresponder a sus designios para conmigo y a los vuestros al adoptarme. Madre,
tú que como Él deseáis mi santificación, encended en mi pecho el sagrado fuego
que produce el amor a ti, a fin de que mi corazón arda en su amor y en el
vuestro, cada instante de mi existir. Amén.
(Dios
te Salve María…)