Multitud de fieles abarrotan todo el recorrido para ver los pasos de Nuestro Padre Jesús de la Bondad y de la Virgen del Consuelo
Ver a la
Flagelación es conmoverse a cada paso, deleitarse con cada detalle, suspirar a
sus pies, rezarles y hallar consuelo. Los titulares de esta emblemática
hermandad, Nuestro Padre Jesús de la Bondad y la Virgen del Consuelo, han ido
poco a poco ganando las calles en este Miércoles Santo.
Una tarde
radiante para la Flagelación en la que han sentido la calidez de toda la ciudad,
con fieles abarrotando calles y plazas a lo largo de todo el recorrido, el que
ha arrancado a las siete de la tarde desde el guardapasos. Con la cruz de guía
tras abrirse el portón comenzó la salida de los hermanos. Primera levantá en el
interior para dar pie al himno de España por la Banda de Cornetas y Tambores
Cristo de la Columna (Los Coloraos) de Daimiel.
Imponente el paso de misterio portado por 48 costaleros a las órdenas de su capataz, José Luis Serrano. La multitud de fieles que lo aguardaba a su salida ya podía apreciar el dorado del paso del Cristo, de estreno, así como la nueva vestimenta del sanedrita y los candelabros delanteros de guardabrisas estrenaron también coronitas en metal dorado de la orfebrería de Orovio de la Torre de Torralba de Calatrava.
El grupo joven delataba que no sólo es una hermandad con mucho pasado, también con mucho futuro. Una cantera incluso de bebés con la característica túnica blanca y fajín granate que precedía al paso de la Virgen del Consuelo.
También levantá
desde el interior del guardapasos bajo las directrices de José María Pastor, su
capataz. Y así el paso se fue meciendo con sus 35 costaleros al son de la
marcha Rocío, en este caso acompañada por los 70 integrantes de la
Banda Sinfónica Municipal de Miguelturra.
La Virgen estrena tocado, regalo de un grupo de hermanos, y corona, que en este caso era una antigua corona plateada que este año se ha enriquecido y dorado, por lo que es la primera vez que luce con ella. Así lo explicaba a este diario el hermano mayor de la Hermandad, Emilio Martín Aguirre, quien subrayaba que este año el tiempo ha acompañado y que no tenían que mirar al cielo por si llovía, por lo que aseguraba que era un día "muy esperado y muy emotivo" para la hermandad. El trabajo de todo un año ya lucía en la calle.
Con pétalos de
rosas celebraban la salida del guardapasos de la Virgen del Consuelo, como
también recibió una petalada entre la plaza Mayor y el inicio de la calle María
Cristina por segundo año consecutivo por parte del grupo joven de la hermandad.
Momentos marcados por la belleza y la emotividad que distinguen una procesión
que también tiene muchas otras referencias de simbolismo y esplendor, como el
saludo en la parroquia de San Pedro a la Hermandad de la Soledad, el del Cristo
de la Bondad a la Virgen del Prado en el camarín o el saludo a ambos pasos en
el pasaje de la Merced con el canto de las hijas de María Inmaculada. También
el saludo a la Hermandad de las Angustias o la íntima comunión con las hermanas
de la Cruz en la plaza de Santiago.
Allí llegaba bien entrada la noche el señor de la Bondad. La marcha La Pasión daba vida y aliento a los costaleros bajo el pesado paso de misterio que, poco a poco, se puso frente al convento para escuchar los cánticos que salían de su interior por parte de las hermanas de la Cruz. Minutos después abandonaba la plaza y encaminaba su discurrir con la macha Silencio blanco ya en dirección al guardapasos.
Tocaba el turno de la Virgen del Consuelo en su avance con los sones de Amarguras para deslumbrar con su revirá hasta sentir muy cerca los cánticos de las hermanas de la Cruz. Rozaba la medianoche cuando la luz de Santiago se apagaba en una sobrecogedora unión, convento y Virgen, hasta su despedida, un año más.
Momentos emotivos para una procesión que también tuvo un detalle especial por el 50 aniversario de la parroquia de Santo Tomás de Villanueva, sede canónica de la hermandad, y que lució en este Miércoles Santo en Ciudad Real.