Este
Pregón va dedicado especialmente a mis Padres Julio y Ana,
a mi
Tía Adela,
a mi Hermano Julio,
a su mujer María
y a
mis tres sobrinos
Nerea,
Julio y Carmen María.
A
todos los hermanos de esta Hermandad
que
tanto me han enseñado,
especialmente
a los que en estos años de entrega a
Cristo
y a su Iglesia me han ayudado
y
apoyado con su ejemplo y oración.
A D.
Antonio, Párroco de Santo Tomás de Villanueva y consiliario de Nuestra
hermandad, por cuidarnos y querernos tanto.
A mis
queridos Antonio y Petri por querer tanto al Señor
reflejado
en este humilde servidor.
A
Ciudad Real entera porque cada vez me siento más orgulloso
de ser
hijo de esta tierra.
Soñando estaba una reina
en su callado palacio
donde el rubí y el zafiro,
la esmeralda y el topacio,
con el circón y el citrino,
la coralina y el cuarzo,
con la espinela y el jaspe,
y la turquesa y el ópalo,
daban brillo y colorido
a la sinfonía de un cuarto
con sombra en la Encarnación
y en Sor Ángela manando
el nombre de dicha reina
que alboraba en calle Amparo.
Soñando estaba una reina
¡soñando, que sí! ¡soñando!
Con un río que la llevaba
con el Santo Rey Fernando
a una llanura manchega
que Alfonso X el Sabio
como cántiga de amor
regaló al Bendito Prado
porque entre un nido de flores
se sigue hoy paseando
el trueque que a Juan de Ávila
dio Isidoro y Leandro.
Soñando estaba una reina,
soñando con sus hermanos,
con la calle de la Estrella,
con el templo de Santiago,
de hábito concepcionista,
y un carmelita descalzo
que la despertó del sueño
deramando con cuidado
las aguas de bendiciones
que como fuente mojaron
su hermosura angelical
y sus delicados párpados
que regalara el cielo,
a sus primeros hermanos.
A esos, que ya vistieron
unos capirotes altos
que anunciaran la presencia
del bendito relicario
que divisó el Giraldillo,
y la Giralda llorando
le dio paso a ese repique
-siete campanas tocando-
unido a la sucesiva
de Santiago y de Juan Prádanos
que anunciaron a los cielos
"vuestra reina está llegando".
Veinticinco años hace
que en Sevilla le inspiraron
a Manuel, imaginero
entre sublimes gubiazos,
el rostro de una doncella
y esas maternales manos
que Ciudad Real cobijó
en cielo aterciopelado
que la Puerta de Toledo
vistió con esos encantos,
que van desde la Atalaya
al mismo Cerro de Alarcos.
Lo sabe la Catedral,
con Pio XII y su barrio,
que al verte pasar, Señora
prendidos de ti quedaron
preguntándose por qué
pasabas como de largo
sin dejarte acariciar
por las rosas y los nardos
que Eugenio, Tirso y Fabián
en este jardín plantaron
prólogo de cofradía
y olor de Miércoles Santo.
Veinticinco años hace
que a nuestras vidas llegaron
una puerta abierta al cielo
y un consuelo tan humano,
porque es Consuelo de Madre
porque es Consuelo de tantos
que lloramos por la vida
y nuestras cruces portamos.
Veinticinco años hace...
todo ese tiempo aguardando
a ponernos el costal,
a bordarte hermoso palio,
en los que Torija Fuente
con Antonio Algora Hernando
tu carita virginal
con cayado han contemplado,
y a los hijos de esta tierra,
de viñedos y de campos,
de olivos y de trigales,
de quijotes y de sanchos
y nos llevan hasta el cielo
ese cielo que es el Prado
donde veintiséis rocíos
con tu belleza has regado.
Veinticinco años ya...
el prioste encandilado
prende tu candelería
y el burdeos de tu palio
nos habla de la Cruz Roja,
nos habla de desencantos,
del coro que te cantara,
de aquellos que se llevaron
tu ejército celestial
para que estén a tu lado.
Veinticinco años Señora,
Bodas de Plata rezando,
porque eres la eterna novia
del amor enamorado,
lo saben tus camareras
y ese recuerdo guardado
de aquel Rosario del Alba,
de aquel muchacho mirando
al amparo del Convento,
siempre en Santiago esperando
que volviera del cuartel
de la Misericordia rápido,
Nuestra Virgen del Consuelo,
la Madre de los Cristianos.
Veinticinco años Señora,
bodas de plata te canto,
al hombre que siempre lucha
y que es mi mayor hermano
con himnos de calentitos,
de azulejos y rosarios
también al hijo del sastre
y aquel del huerto cerrado
donde el azahar crecía
florido de mano en mano
cuando el martillo tocaba
y levantaba tu palio,
y cantaban mis hermanas,
y Villodres ¡A tu lado!
Y el cura del Corpus Christi
y un barrio que ya no es barrio
y Ciudad real entera
y este cura enamorado
de su Virgen del Consuelo
que tu belleza mirando
se pregunta cómo puede
ser verdad el aniversario,
como cumples veinticinco
¡si el tiempo en ti se ha parado!
EN LA
CALLE DE LA ESTRELLA
Nada ocurre por casualidad, los
cristianos no creemos en ella. Más bien nuestra creencia apunte hacia algo más
misterioso y divino, mas confortador y con mucha más garantía. Se que muchas
veces no la entendemos, podemos hacer con ella vida aquel salmo que dice “Tanto
saber me sobrepasa”, sin embargo cuando uno descubre y lee en los renglones de
su vida la mano y el capricho de la misma, puede llegar afirmar junto con el
apóstol San Pablo “Se de quien me he fiado”.
Me estoy refiriendo a la Divida
Providencia, esa que va marcando cada paso de nuestra vida y que tanto nos
sorprende o para bien o para mal, pero siempre con la esperanza de que guiados
por ella, no de una manera pasiva, podemos alcanzar nuestra verdadera meta: el
cielo.
Antes de continuar mi andadura,
quiero agradecer enormemente las palabras inmerecidas de mi joven y admirado
presentador, como quiero hacer también mío el saludo realizado anteriormente
por este cofrade ejemplar de diecisiete años en su presentación.
Hablaba del cielo, ese cielo que
se nos abre cada vez que volvemos nuestros ojos cansados a la Madre de la
Misericordia, a nuestra Virgen del Consuelo, y es que, con razón Pablo VI
afirmo que “una imagen es una ventana que se abre al cielo”. Lo sabemos sus
hermanos, lo sabemos... ella no es nuestro fin pero si un medio que nos conduce
a ese puerto tan prometido. Por eso, podemos afirmar, que nuestra bendita Madre
del Consuelo es un gran portalón que se ha abierto en esta casa... para el
cielo.
Desde esta perspectiva podemos
entender perfectamente todo lo que gira y ha girado en torno a esta Madre.
Madre, que ya desde sus albores, volvió a experimentar la negación de tantos y
tantos posaderos, que como en la pequeña Belén, no encontraban sitio para ella.
Sin embargo, Dios todo lo hace
bien, es su providencia hermanos. Y aunque descuadraste el cuarteto de las
ordenes militares, te quedaste con la Cruz Compostelana que diera colorido a tu
manto y al color de tu hermandad. Y por unos meses, te hiciste perchelera
alojada en la calle mas misteriosa de este castizo barrio, esa calle que empezó
a encontrar su sentido desde que conoció las lágrimas de la Virgen del
Consuelo. No es que esta calle fuera ajena al sufrimiento de la Madre de Dios,
no es que esta calle fuera indiferente a
la tortura del Hijo del Hombre, pero como a nosotros nos pasa, no es lo mismo
contemplar la escena que vivirla.
Y a la perchelera calle de la
Estrella le tocó vivir el Consuelo y el Amparo de Nuestra Señora. Allí
empezaste a recibir los primeros mimos y cuidados, allí empezó a germinar algo
nuevo en nuestra Semana Mayor, allí empezó ese silente dialogo de miradas donde
sobran las palabras.
Si, ese diálogo tan intimo y tan profundo al que nos tienes
acostumbrado. Se que nadie nos entiende, ya lo dijo el místico San Juan de la
Cruz que “solo lo que Dios dice al alma, solo el alma y Dios lo saben”, eso es
lo que ocurre con nosotros, que ningún poeta en la tierra puede tener palabras
para expresar lo que ocurre en nuestros adentros, y no nos acusen de
sentimentalismo, mirarte Madre y Virgen del Consuelo marca nuestro corazón y
hace que dejándonos mirar nuestra vida tenga un estilo y una fragancia.
Eso es lo que ocurría en ese
pequeño oratorio, quizás la luna perchelera lo sabía perfectamente cuando por
las noches te asomabas y contemplabas la torre de Santiago, quizás las Hermanas
de la Cruz en sus idas y venidas de caridades contemplaran tu hermosura y te
elevaran una plegaría por aquellos que sufren, quizás, en aquella calle de la
estrella tu futura hermandad la sentiste como nunca en tu corazón. Por eso la
Calle de la Estrella es tu camarera de Honor, no solo porque te dió cobijo,
sino porque supo guardar silente todos tus deseos evangelizadores para esta
Ciudad tan Real.
Le están haciendo un pañuelo
en la Calle de la Estrella
a la Virgen del Consuelo
beso a beso, beso a beso,
a la Virgen del Consuelo.
Le están cosiendo un pañuelo
las mujeres percheleras
con primores percheleros
para que a Santo Tomás
se lo lleve de recuerdo
beso a beso, beso a beso
a la Virgen del Consuelo.
De Almagro son sus encajes
para que vaya al Convento
donde las Concepcionistas
en altar de cultos pusieron.
Y con mil puntás de plata
hilvanando costaleros
para que por la Merced
inaugure aquel portento
de verte pasar Señora
por aquel pasaje estrecho
medida desmesurada
siendo tu llanto el primero
beso a beso, beso a beso
a la Virgen del Consuelo.
Y por si faltara algo
están bordando al
pañuelo
con bastidor de Pio XII
un parque Ciudarrealeño
todo llenito de rosas,
todo de lirios lleno,
de azucenas y alhelíes,
de fuentes y de paseos,
del amor de Sancho y Blanca
con la cruz de su tormento
de magnolias y lavanda
le están haciendo un pañuelo
en la calle de la Estrella
a la Virgen del Consuelo
beso a beso, beso a beso,
a la Virgen del Consuelo.
Y rematan su costura
con la aguja y el dedal
y pintan un hospital
del color del Padre Nuestro
entrecruzando la salve
por todos nuestros enfermos
beso a beso, beso a beso
para que siempre lo lleve
para que no llore el cielo
y si por mi llorara
Madre mía del Consuelo
recuerda que nuestros nombres
están en ese pañuelo
los nombres de tus hermanos
de aquellos que te queremos
mas de veinticinco años
prendidos en tu pañuelo.
Le están haciendo un pañuelo
en la Calle de la Estrella
a la Virgen del Consuelo
beso a beso,
beso a beso,
a la Virgen del Consuelo.
NO SE
LO QUE PONERTE...
Como anteriormente te he dicho
sabíamos que con esta novedad que era tu mirada hermosa acompañaría la de
tantos y tantos que estábamos deseando mirar de manera diferente. Quizás sería
una locura o tachado de beatón, el que, una persona hablara de Hermandades y
Cofradías durante los meses que no correspondieran a la ceñida Semana Mayor.
Sin embargo, tu hermandad se volvió un refugio donde se pudiera hablar de hermandades durante todo el año, por eso,
recuerdo tu casa de hermandad de la Calle Goya o de la Calle Atalaya llena de
Cofrades Novicios que a la luz de un vídeo o de un Boletín intentábamos
empaparnos de esa novedad que tu nos traías. Ante la incomprensión de muchos,
el amor y compañía de muchos. Claro, tu casa, la casa de tus hermanos, se
convirtió en una gran escuela de grandes cofrades, no solo por lo anteriormente
dicho, sino también porque grandes cofrades de Ciudad Real, no los nombro
porque el pregón es tuyo, nos enseñaban y explicaban los ritos y la maestría de
todo corazón cofrade. Y acompañados siempre por el Párroco, esa presencia de
Cristo en la tierra que afinaba tan alto que hizo que este arma poderosa como
es la religiosidad popular acampara en nuestros corazones y nos sirviera de
ayuda en nuestra vida cristiana.
Claro está, siempre con una
aptitud humilde y de apertura de corazón. Eso es lo que siempre a caracterizado
a los cofrades de esta Ciudad, si esos que no les importa depositar las horas
de sus vidas con el afán de crecer como personas, esos que no les importa
proclamar su fe y vivirla, repito, y vivirla... porque cansado estoy de este
nuevo fenómeno de llamarse cofrade aquel que no celebra, ni ora, ni vive su
fe... y cansado estoy de estos doctores que sentados desde una cátedra dan ordenes
y enseñan, lo saben todo sin saber nada y lo peor... es que caen en una aptitud
farisaica tal, que a la hora de la verdad no son capaces de mover un dedo.
Te pido Señora, en esta tarde
donde nos volvemos a mirar, que nos hagas humildes y enciendas constantemente
la llama de la ilusión en nuestras vidas. Quizás volver al amor primero haga
renacer y avivar en nosotros el amor y la elegancia que siempre nos ha
caracterizado . Volver al amor primero, asi nos lo enseña el profeta Oseas
cuando nos dice “La llevaré al desierto y le hablaré al corazón”.
Yo no se lo que ponerte
y ni me importa si quiera
se esta preguntado Prado
cuando te viste de reina
es una eterna pregunta
lo saben tus camareras
que preparan con primor
el ajuar de esta princesa.
Yo no se lo que ponerte
y ni me importa si quiera
si es el manto granate
a procesión me recuerdas
con el manto color miel
enamoras y embelesas,
para el ocho de diciembre
vistes de azul turquesa
llegando la Navidad
toda de blanco te muestras
y como más me gusta a mi
es vestidita de hebrea
con esa cara de niña
una tarde de cuaresma.
Yo no se lo que ponerte
y ni me importa si quiera
porque ya mi corazón
en ti solo se recrea
y no me importa que luzcas
y no me importa que tengas
puesta la media luna
la corona o la diadema
el manto de los difuntos
o ráfaga dieciochesca.
Si con encaje de Almagro
con encaje de bruselas
con tul, lamé o blonda
de las que borda Valencia.
Yo no se lo que ponerte
y ni lo saben siquiera
la medalla corporativa
que te puso la alcaldesa
en nuestra plaza mayor
otra vez tu la primera.
El rosario de azabache
filigrana cordobesa
el de plata o el de Roma
y ese pañuelo de seda
que te trajeron de China
o aquel de la encajera
todos quieren, todos riñen
por estar siempre a tu vera.
Esa cruz de Pedrería
alfileres de solteras
las medallas que te ofrecen
los anillos, las cadenas
enriquecen tu corona
y enaltecen tu belleza.
El azahar en tus manos
bendita sea tu pureza
esa corona de espinas
en tardes de primavera
los tres clavos del suplicio
en tus manos se recrean.
La Cruz del Jubileo
se te pone “pa” las fiestas
en el traslado de ida
y en el traslado de vuelta
se te quita tu pañuelo
para que luzcas mas bella
Ese pañuelo que un día
enlutado amaneciera
cuando se fué Don Eugenio
a gozar de tu presencia
o en ese Miercoles Santo
con la luna pinturera
el Padre de tu hermano Mayor
contigo también se fuera.
Yo no se lo que ponerte
y ni me importa si quiera
y con el manto quitado
con mantilla en la cabeza
descubriendo el gran encanto
de tu hermosa cabellera
que los ángeles custodian
y con tanto mimo peinan
puedo volverme loco
no hay nadie en esta tierra
que exprese tanta dulzura
que exprese tanta belleza
la sencillez de una madre
y el señorio de una reina.
Por eso Prado se pregunta...
Yo no se lo que ponerte
y ni me importa siquiera
MI
CRISTO DE OJOS VERDES
No podía ser de otra manera, la
Madre estaba ya con nosotros y ella, como expresó San Juan Pablo II en su
enciclíca Rendentoris Mater “Apareció antes que Cristo en el horizonte de la
historia de la Salvación”.
Ese horizonte que se hacía de
nuevo en esta Ciudad Real. Por eso dicen, que un coro de aguinalderos con toda
su gracia y donaire, llegaron a la Calle Alarcos para dar la bienvenida al
fruto bendito del vientre de Nuestra Señora del Consuelo. Y como médico de
nuestras almas apareció entre nosotros dejándonos sus bálsamos y medicinas,
como es ese cuerpo entregado y esa sangre derramada en el patio de caballos de
aquella Jerusalén. Todavía recuerdo con cariño ese mechón de pelo que se dejaba
caer por su rostro, pero como es un Dios que quiere mirar al hombre al cual se
acerca, decidió retirárselo para que su mirada penetrara de una manera más
honda en nuestro corazón.
Y si en algo se caracteriza la
vida de un cristiano es precisamente en un continuo mirar al Cristo de la
Bondad. Porque mirándolo a él, aprendemos a mirar a una humanidad en continua
lucha, como afirma el Vaticano II con el mal.
No nos cansemos de mirarlo,
mirándolo en su Palabra, mirándolo en su presencia real en la mesa eucarística,
mirándolo en su perdón en un confesionario, mirándolo en los que son victimas
de nuestro siglo...
Mirar a esos ojos verdes verdea
el campo de nuestro corazón muchas veces en sequía. Mirar a esos ojos verdes,
que me gusta... porque verde son las uvas de esta tierra, porque verdes son las
aceitunas de nuestros campos, porque cuando fijo mi mirada en la tuya se
detiene el tiempo y tus ojos verdes me regalan toda la bondad que necesito ante
la maldad de tantos y tantos verdugos.
Tu mirada cala en mi corazón y
me ofrece la esperanza, que también es verde, cuando la lengua mala, dañina y
traicionera se dispone a flagelarnos con calumnias y enredos constantes...
Verdes, Señor de la Bondad, siempre verdes como esas batas que adornas los
cuerpos de aquellos que dibujan un hospital y que nos ofrecen con este gesto tu
continua mirada ante tantas y tantas noches a los pies de un enfermo.
Porque del Consuelo somos
porque por ella vivimos
y con la Bondad de Jesús
crecen nuestros delirios
al Cristo de la Bondad
miremos hermanos míos.
Porque todo el mundo sabe
que desde nuestros principios
nunca hemos separado
a una Madre del Hijo
que es la Bondad y Consuelo
y Consuelo y Bondad digo
como dos fuentes que manan
por estos campos baldíos
desde aquel noventa y dos
siempre en un mismo latido.
Y es que un amor tan grande
nunca queda dividido
valiente la decisión
de sacar a nuestro Cristo
con su Madre del Consuelo
a la Bondad siempre vimos.
Porque del Consuelo somos
porque por ella vivimos
y con la Bondad de Jesús
crecen nuestros delirios
al Cristo de la Bondad
miremos hermanos míos.
Miremos sus ojos verdes
y su cuerpo malherido
que en la calle Goya estuvo
rodeado de cariño
y en la Calle la atalaya
dejaba nuestra alma en vilo
para que junto con ella
en este templo santísimo
Consuelo y Bondad fueran
dos corazones unidos.
Miremos, siempre, miremos
así Teresa lo dijo
a la Bondad soberana
a la hermosura de un Cristo
que atado a una columna
se hace nuestro camino
cuando por la mar navega
y con paso decidido
va rompiendo corazones
con su elegancia y tronío.
Con el trote del caballo
al compás de marchas vino
y con corona de espinas
va ese romano bandido
con aquellos que flagelan
las espaldas del Dios mismo
flagelando la hermosura
que en Irak hacen testigos
a cristianos inocentes
con las palmas del martirio.
Que corte mas numerosa
que corte lleva mi Cristo
siendo también los primeros
de componer lo descrito
con coraza, glaudius y honda
queda el Romano vestido
porque ante el mal la
Bondad
la Bondad de nuestro Cristo
como tantos le siguieran
como lo hizo D. Narciso
pasionistas en Daimiel,
en Almagro Dominicos,
y tantas y tantas monjas
y tantos hermanos míos.
Por eso no nos cansemos,
de mirar a nuestro Cristo
es la Bondad quien rodea
la atmósfera en que vivimos
Bondad en nuestras familias
Bondad con nuestros amigos
Bondad con el que traiciona
aquel que daño nos hizo.
Bondad con el que te pide
alimento, sustento o cobijo
Bondad para con la Iglesia
de la cual somos sus hijos.
Bondad en el guardapasos
Bondad en el cuerpo herido
Bondad en la Cruz de Guía
y en el farol
encendido
Bondad en nuestros costales
Bondad tocando el martillo
Bondad en la trabajadera
Bondad en su monte de lirios
que van recogiendo la sangre
para a todos redimirnos.
Porque del Consuelo somos,
porque por ella vivimos
y con la Bondad de Jesús
crecen nuestros delirios
al Cristo de la Bondad
miremos hermanos míos.
ERES PRADO BENDITO
Era casi un sueño para muchos que
nos sentimos nobles y leales. como reza el escudo de nuestra Ciudad, el verte
como te vimos. Ya se que eres la Virgen peregrina y que en el año de la fe
bendeciste con tu presencia nuestro seminario... pocas veces sale esta hermosa
doncella de su casa pero cuando atraviesa esta puerta, allá donde vaya, va
atravesando corazones dejándolos empapados de bendito consuelo. El palacio
obispal de nuestra Diócesis o la sala del ayuntamiento también saben del arte
que moldea tu figura...
Pero el sueño se hizo realidad cuando visitaste nuestro templo catedralicio en aquel encuentro nacional de hermandades y cofradías. La verdad, es que no te pude disfrutar como me hubiera gustado, me preparaste unos ejercicios espirituales en un pueblo de Huelva mientras que tú te preparabas y te recreabas bajo las bóvedas de la catedral de las órdenes militares.
Pero como siempre llegué a tiempo y
escuché perfectamente el repiqueteo de campanas de la catedral que anunciaban
tu salida. Tu palio acariciando ese dintel de la puerta por donde se asoma la
Madre de Ciudad Real. No eres ajena a ella, desde que te cubriste con Palio la
Madre y Patrona coronada del Prado se acerca al Consuelo porque en tu gloria,
como en nuestra Gloria se encuentra Ella, la imponente devoción de esta ciudad,
la Madre de todos los hijos de esta Ciudad Real.
Qué pena Madre del Consuelo, que en aquel 1988, con motivo del IX centenario de la aparición, se acercó a verte en tu vecino Parque de Gasset y no te encontró. Se encontró con la Reina de España, Doña Sofía que en reverente ofrenda puso un ramo de flores en su peculiar y personalísimo templete de plata pero al fijar su mirada en estas torres de tu Parroquia de Santo Tomás, sintió que faltaba el Consuelo. Al año siguiente de su apoteósica procesión, recuerdo con cariño, tendría unos seis años, todo un pueblo enfervorizado que en masa acompañaba a su celestial Patrona por la calle Alarcos entre vítores y palmas a la Madre de Dios.
Esta parroquia sirvió como sacristía
para que el Cardenal de Toledo, junto con el Obispo de esta diócesis y los
cientos de sacerdotes se encaminaran en solemne procesión hacia la fuente de la
Talaverana, donde la Virgen del Prado, todo Ciudad Real y casi su provincia,
junto con la Reina de España celebraron la Eucaristía estacional.
La Virgen del Prado y la Virgen del
Consuelo dos imágenes que se dan la mano desde los albores de la fundación de
nuestra Hermandad. Por eso, hermosa estampa ofreciste aquel día en que llegaste
a la catedral, si ella vino a verte y no estabas, tu fuiste a verla y la
encontraste como siempre.
No te canses de visitar el templo
catedralicio, nos gusta verte en él, claro está, siempre de vuelta porque el
Consuelo Ciudad Real lo ofrece en el Barrio de Pio XII, en la Parroquia de
Santo Tomás...
La historia empieza en el Carmen
donde mi madre en sus manos
siempre flores le llevaba
carmelita escapulario.
Y no gastada de amores
a la que todos miramos
que en el Prado yo baile
siendo su cante y su heraldo
para esta llanura manchega
que Dios alisó con su mano
para que viviera la Reina
de ese florido Prado.
Pasaban las primaveras,
quizás ¿con solo ocho años?
Pasaste como ninguna
por la Plaza de Santiago.
Ni palio llevabas Señora
tus cirios
iluminando
tu carita de azucena
y tu porte soberano
envuelto entre melodías
de angelicales cantos
que Sor Ángela nos dió
como su mejor regalo
a una Paloma del cielo,
a la Esperanza cuidando
de un Patrocinio muy joven
con Engracia adornando
mi túnica nazarena
y mi casulla esperando
puntadas de ave marías
para un ministro sagrado
que la quiere con locura
aunque pasen nuestros años.
Hermana María José
nos puede explicar su canto
que desde que ella salió
a sembrar por estos campos
siempre ha sembrado en el mismo
y siempre te ha amenizado
con sus notas musicales
en cada Miércoles Santo.
Y después de los despueses
sigo mirando y mirando
y pregunte por tu nombre
a aquella mujer que despacio
me llevó Señora a verte
en tu primer Miercoles Santo
y con ochenta primaveras
agarrado de su mano
pronunció tu bello nombre
nombre dulce y delicado
es la Virgen del Consuelo
la que te está mirando.
Y desde aquel mismo instante
de tu nombre me hice hermano
viviendo mi juventud
sirviéndote como canto
en Rosario de la Aurora
en tu Solemne quinario
llegando la Navidad
en el día de tu santo
con incensario y naveta
con mi cirio caminando
cumpliendote mi promesa
con mi rosario en la mano
oyendo como deciás
detrás de tus candelabros
sigue a Cristo y a su Iglesia
que no importan tus pecados
y se el Consuelo del pueblo
obrando el bendito milagro
milagro de eucaristía
y ayuda en el frío palo
a los hombres del costal
costaleros de mi palio
los que lloran por la vida
los que no tienen salario
los que han perdido la fe
los que están encarcelados
los que pasan enfermedad
por los que siguen llorando
buscando el Consuelo de Dios
por Dios mismo derramado.
Nunca tu mirada deje
aunque no estaba a tu lado
y en Carmona con tu Gracia
una fuente fue brotando
con la Virgen de las Huertas
en la Puebla aromando.
Siempre en Sevilla encontré
tu Consuelo tan cercano
en la Esperanza del mundo
de la que vive en el arco
macarizando mis versos
y a mi alma consolando,
con la Virgen de la Sangre
con la Soledad llorando
a la Virgen del Roció
siempre el primero rezando,
suben al Cura
de Huevar
y son del Consuelo hermanos.
La Virgen de la Amargura
y el Patrocinio buscando
a las puertas del Cachorro
siempre salgo consolado.
Madre mía del Consuelo
siempre tu cara mirando
se recrea Ciudad Real
en estos veinticinco años,
con la Puerta de Toledo
siempre tu vientre abrazando
y la de Santa María
se pasa la noche soñando
con la Virgen del Consuelo
y la Plaza de Santiago
le dice a tu parque vecino
que te vió por él pasando
ofreciéndote las rosas
para engalanar tu palio.
Reina y Madre del Consuelo
solo por ti suspiramos
como suspira Pio XII
como suspira tu barrio,
el suspiro se hace eterno
desde el otoño al verano,
en el convento del Carmen,
en las fiestas de Santiago,
en Vísperas de San Lorenzo
y en la octava preparamos
tarjeta de felicitación
para el día de tu santo.
El Pilar y el Barrio Oriente
también te abren sus manos
cuando celebran sus fiestas
con ellos también disfrutamos
y con ofrenda de flores
cuando llegamos al Prado
con pañuelito de yerbas
a Ella también miramos,
la que visitó tu parque
hace veinte seis años
con la que reinó en España
la esposa del Rey Juan Carlos.
El suspiro continua
con el Corazón Sagrado
con la Flor de la Cabeza,
y a la cuaresma llegamos
con tu carita de hebrea
y luego en tu besamanos
vestida con grandes galas
nuestra Salve te cantamos
vestidos de costaleros,
cuando todo a terminado
con candelería gastada
plantan tus cuatro zancos
y la emoción se desboca
solo por ti suspiramos
y el varal se queda inmóvil
y a oscuras el guarda pasos.
Todo termina una vez
para comenzar lo amado
en esta ocasión te digo
con todos nuestros hermanos
Felicidades Señora
princesa de mis halagos
que suerte estar a tu vera
en tan singular cumpleaños
todo pasa gran Señora
pastora de este rebaño
que te verá pastorear
por la tarde en un Rosario
al son de campanilleros
cantándote el cumpleaños
en forma de una plegaria,
por tu barrio caminando.
Y en ese quince de octubre
carmelita y teresiano
la Reina de Santo Tomás
cumple veinticinco años
y todo será una fiesta
cuantos años esperando
de fiesta están las dos torres
de fiesta se viste el nardo
de fiesta la sacristía
y el orador sagrado.
Madre mía del Consuelo
Reina del Miércoles Santo
bendita sea la hora
que amaparaste con tu manto
a esta tu cofradía
que tus bodas celebramos.
Bodas de plata recito
bodas de plata te canto
lo digo porque te quiero
Consuelo de mis encantos
como
cumples veinticinco
¡si el
tiempo en ti se ha parado!
He dicho