En el pueblo de La Solana (Ciudad Real)
vivió, prodigiosamente, una historia que ocurrió el año 1850, un día 25 del mes
de Mayo. Muy de mañana, la joven María Antonia acudía a la Iglesia de Santa
Catalina a orar a la Virgen de los Dolores que estaba en la capilla de San
Ildefonso, allí la miraba y meditaba su soledad. Un día, estando en meditación
delante la Virgen, de pronto, la vio pasar por delante de ella, hermosísima,
con una velocidad tal que era imposible describirla. María Antonia se quedó
aturdida. Pero volvió a repetírse la aparición de la Virgen. De esta forma, en
varias ocasiones, y siempre en sábado. Pero un 25 de Mayo, la Virgen dejó su paso
veloz y se detuvo ante la joven. Mucho rato estuvieron hablando las dos, y al
final del encuentro, la Virgen le pidió a María Antonia que hiciera una estampa
con su imagen según le dijera y que la llamara, desde ahora, Madre del
Consuelo, porque a ella acudían los afligidos a los que siempre consolaba.
Esta joven se llamaba María Antonia
García Parra Naranjo. Sus padres eran Antonio y María Dionisia, y nació y vivió
en la popular calle Ancha de la Solana, en el barrio de El Santo. Se quedó muy
pronto sin padres, y al ser hija única, tuvo que trabajar para poder subsistir.
Se hizo panadera y en su casa cocía el pan que luego, a cambio de unas monedas,
vendía a los vecinos. Cuenta la tradición oral que, en una ocasión, la Virgen
dijo a María Antonia, preocupada por perder el pan de ese día, que estaba en el
fuego, que no pasaría nada porque el pan lo había ya sacado ella del horno.
Pues a esta joven piadosa, con profunda
fe popular, que frecuentaba la Iglesia para sus rezos y ayudaba a los pobres
que lo necesitaban. Un 25 de mayo, como hemos dicho, en medio de resplandores,
se apareció la Virgen del Consuelo con su Niño en brazos, mostrando su corazón,
y acompañados del ángel Adelín.
María Antonia escribió: “En mi pena consuelo buscando tus dolores,
María, contemplo, de mi villa Solana en su templo, donde mi alma se goza sin
fin; veinticinco de mayo fue el día en el mil ochocientos cincuenta, y ese
cuadro a mi vista presenta con María, Jesús y Adelín”. A los pocos días, el
cura confesor de María Antonia, D. Eusebio María Morales, escribió una novena a
la Virgen -que también lo había pedido la Señora- así como todo lo acontecido
en estos días para que no se olvidara en la historia.
El 8 de junio del mismo año, se volvió a
aparecer la Virgen, ahora, rodeada de un inmenso jardín y volviendo a recordar
que se debía de hacer una estampa con su imagen. Ese día la Virgen iba
derramando flores menuditas sobre el suelo, anunciando las gracias que iba a
hacer a España.
A partir de ese momento, hechos
prodigiosos empezaron a ocurrir en el pueblo: un militar fue curado cuando
María Antonia pidió por él a la Virgen del Consuelo… o la historia de la joven
señora con fuertes dolores que se encomienda a la Virgen del Consuelo y
desaparecen todos sus males. Y en aquella ocasión, cuando vinieron varias
señoras de Manzanares para conocer a María Antonia e invitarla a ir a su
pueblo; en el camino, dudando de la aparición, ésta le muestra que es verdad a
través de una avutarda que coge con sus manos.
El sacerdote que escuchó y creyó la
historia de María Antonia, Don Eusebio María, dejó escrito cómo debían dibujar
a la Virgen en la estampa, según había dicho la Virgen del Consuelo a María
Antonia: "De cuerpo entero, sobre
una nube, un vestido fino, blanco y alegre, largo y será cerrado a la garganta,
y un manto igual que el color del vestido que penderá de la cabeza. La punta
izquierda del manto estará sobre el brazo derecho de la Señora; como a su mitad
estará sentado el Niño que tendrá unas lagrimitas en sus ojos, llaguitas en sus
manos, heridito el corazón, saliendo de él bastante sangre. Sus manos en acción
de abrirse al pecho para enseñar su corazón".
Este cuadro, ya acabado, lo vieron
muchas personas. Estaba colocado en la capilla de la Parroquia de Santa
Catalina, que se conoce con el nombre de San Ildefonso, en el mismo lugar donde
unos meses antes se había vivido el acontecimiento que estamos recordando.
Unas semanas después se encarga la
estampa con la novena de la Virgen en Madrid; pensaron hacer muchas copias,
pero por unos problemas y otros, esta impresión no se acabó hasta el 3 de junio
del 1851, un año después. Luego de distribuir las estampas por todos los
sitios, y como la devoción era tan grande, se encargó una imagen de la Virgen
del Consuelo con los mismos detalles que ella había pedido para su estampa.
Poco a poco la devoción hacia la Virgen
del Consuelo fue en aumento.
LA
IMAGEN DE LA VIRGEN DEL CONSUELO
El 10 de agosto llegaba la imagen de la
Virgen del Consuelo a la estación de Alcázar de San Juan y el día 12 a La
Solana. Su
escultor fue Don Salvador Páramo siendo ubicada
en la capilla de San Ildefonso, donde se apareció, y se colocó en un hermoso
retablo fabricado en Daimiel. En lo alto del retablo también se colocó el
cuadro inicial de la Virgen del Consuelo del que se habían sacado las estampas
para la devoción popular.
Los años siguientes mucha gente visitaba
el lugar de la Aparición de la Virgen, incluso desde las Indias; su patriarca,
D. Antonio de Posadas Rubín, o el Arzobispo de Toledo Don Juan José Benet y
Orbe y el mismo Monseñor Brunelli, nuncio de su Santidad en España, otorgaron
indulgencias a aquellas personas que oraran a la Virgen del Consuelo de La
Solana.
Y el sacerdote solanero don Juan Alfonso
López de la Osa, natural de La Solana, gran enamorado de la Virgen del
Consuelo, recoge toda esta historia en dos libros que escribió en 1913 sobre la
vida de Sor Maria Antonia de Jesús titulados: “La Virgen del Consuelo” y “Un
capullo que se abre”. Gracias a él y a su familia hoy tenemos la vida y la
historia de la Virgen.
Pero un triste acontecimiento ocurrió en
julio del año 1936, al inicio de la
Guerra Civil Española la Iglesia de Santa Catalina es arrasada por extremistas
republicanos de izquierdas. La imagen de la Virgen es destruida, salvándose solo
la imagen del Niño Jesús, que fue colocado en la nueva imagen que se adquirió
en 1941, recibiendo desde entonces culto en la parroquia.
El 25 de mayo de 2009, en la misma
capilla se bendijo un cuadro pintado al óleo que está compuesto por el Ángel
Adelín, el alma María Antonia y, en el medio, la imagen de la Virgen del
Consuelo.