Dichoso
su vientre
que
te llevó;
dichoso
su amor
que
te amamantó.
Dichosos
sus pechos
que
te criaron;
dichosos
sus desvelos
que
te acompañaron.
Dichosas
sus nanas
que
te arrullaron;
dichosas
sus lágrimas
que
te consolaron.
Dichosas
sus manos
que
te acunaron;
dichosos
sus labios
que
te mimaron.
Bendita
sea tu Madre,
bendita
sea por siempre,
y
que muy dichosa sea:
que
escuchó tu Palabra,
y
se puso a servir,
que
aceptó ser la esclava
y
te dio a luz al mundo;
que
en tu cruz se mantuvo en pie
y
por Madre Tú nos diste.
¡Viva
tu Madre, Jesús!
Bendita
sea por siempre.
Por
siempre,
Con nosotros
Su Consuelo.
¡Viva
la Virgen María!
¡Viva
la Madre de Dios!
Del libro “PASSIO”
de Joaquín Torres Campos