Otro año más se van a dar las
condiciones necesarias para que llegue el tan deseado momento; ya está todo
preparado, la Cofradía de la Flagelación recibirá todo el aporte necesario de
energía para que, el Verbo hecho hombre, se acerque aún más a nuestros corazones.
Entonces Ciudad Real surgirá de sus más profundas y perennes entrañas y
ofrecerá a todos los hombres y mujeres la extraordinaria ceremonia de la Vida.
De la Vida con mayúsculas y sin adjetivos, de la Vida como Salvación y
Esperanza, de la Vida que nos derrama Dios cuando se hace uno entre nosotros.
No es una liturgia sin sentido y vacía, por contrario es la evidencia cíclica
de Su presencia, de un Destino que siempre se repetirá, mientras que existan
gentes expectantes y que propicien su Presencia entre nosotros.
Entonces, ese Miércoles luminoso e
irrepetible de primavera, Ciudad Real se engalanará con los ropajes
imprescindibles de su humildad para acudir al encuentro, despojada de lo
anecdótico y con la firmeza de Su Verdad, adquirida por los siglos a través de
la Palabra. En las calles y plazas ciudadrealeñas viviremos el recogimiento y
la inefable experiencia de la interiorización de los más profundos valores del
ser humano por medio de lo aparente, de la ficción, que adquirirá valor de
símbolo profundo de toda forma de ser y entender Su Mensaje. Que nadie se
preste a confusión: es la Bondad entre tanta guerra y egoísmo y el Consuelo
entre tanto odio y desesperación.
Verdaderamente es complicado expresar un
sentimiento tan complicado y al mismo tiempo tan sencillo; cómo es posible
sentir el pulso de la vida en el sonido de nuestro palio, a toda la humanidad
expresándose en la espontaneidad cuidada de sus saetas, el sentimiento de
hermandad y gozo a través de una sola chicotá, serena, decidida y ardiente, de
nuestro paso de Cristo. Todo tiene que ver, cada una de las partes son
necesarias: La belleza devota e insuperable de las imágenes, la atmósfera de mil
olores, el rítmico movimiento a nuestros costaleros, las flores en el sitio
justo, la capacidad expresiva tanto del silencio como de las marchas
procesionales. Por eso, y por tantos motivos que tienen que ver con lo íntimo,
con los valores más primarios y naturales, con lo irrecuperable de un tiempo
que nos acerca a nosotros mismos y a los demás, cada Miércoles Santo en Ciudad
Real se hace Miércoles de Bondad, de Consuelo en lo de ahora y en lo de por
venir, Miércoles de Luz que triunfa con claridad diáfana sobre cualquier oscura
o tiniebla.
Es Miércoles Santo en Ciudad Real:
comienza la hermosa ceremonia de la Vida.
José Ángel Simón López-Trompo. Publicado en la “Memoria del año 1997” de la hermandad, en su página
32.